“El Príncipe” de Sebastián Muñoz
Ansiedad de tenerte entre mis brazos.
Bajo la premisa de ser una historia carcelaria, “El Príncipe” nos trae un tierno y realista relato sobre la sumisión entre prisioneros de un penal masculino y los códigos que surgen a partir de la necesidad de sentirse protegido. Por Bruno Calabrese.
Ambientada en 1970, la película sigue a Jaime (Juan Carlos Maldonado), un joven condenado por asesinar a su mejor amigo y objeto de deseo. En la carcel conocerá a Potro (Alfredo Castro), un veterano recluso con quien entablará una relación amorosa de sumisión celos y códigos carcelarios. Mientras la historia entre ellos se va desarrollando, a través de diversos flashbacks sin orden específico, conoceremos el inicial crimen pasional que lleva al joven protagonista a la cárcel.
Con una muy buena descripción del universo carcelario, el film se sustenta en el ejercicio de realismo y sin obviar ninguna de las situaciones esperadas en un relato de estas características. El fuerte de la película es la naturalidad con la que encara las relaciones homosexuales en un contexto tan delimitado. La construcción que lleva adelante el director para lograr que la necesidad, la dependencia y la sumisión llegue a confundirse con una relación afectuosa entre Potro, líder de la cárcel, y Jaime se da con total naturalidad. Para ello es vital la actuación de la dupla principal, apoyada en los silencios del joven y la actitud avasallante de Alfredo Castro como el veterano recluso. Acompañado por Gastón Pauls, como Che Pibe, el tercero en discrodia, que cobrará protagonismo en su enfrentamiento por el liderazgo carcelario.
Una hermosa interpretación de “Ansiedad” de Chelique Sarabia es la figura principal de la banda sonora. En las escenas principales, la canción cobra un protagonismo mayúsculo que refuerzan la historia. La frase “Ansiedad, de tenerte entre mis brazos” es una metáfora de los sentimientos de Jaime y su represión sexual hacia su amigo y a la hora de sellar su vínculo amoroso con Potro en la carcel.
“El Príncipe” es el repetido estereotipo carcelario del guapo joven recién llegado a la prisión, a merced de los líderes criminales del lugar y monopolizado por el repulsivo jefe del clan. A pesar de eso, el chileno Sebastián Muñoz logra atraparnos gracias al extraño y tierno vínculo afectivo que se despierta entre el Potro y Jaime. Apoyada también en una factura técnica y artística cuidadísima, con estética sórdida y asfixiante, propia de las cárceles.
Puntaje: 80/100