La opera prima de Sebastián Muñoz Costa del Río (un reconocido director de arte) que adapta una novela homónima de género carcelario escrita por Mario Cruz. Toda la trama del film ocurre en el inicio de la década del setenta, antes de la elecciones que llevaría a Allende al poder. Un tiempo de gran conservadurismo donde un chico gay no puede dar a conocer su elección sexual y se transforma en el asesino del objeto de su amor. Va a parar a la cárcel, donde transcurre casi toda la pelicula en un contexto de hacinamiento y violencia, donde abundan las escenas brutales de sexo, pero también paradójicamente el protagonista puede asumir su deseo y mostrarlo hasta con ternura para transformarse por su belleza y capacidad de liderazgo en ese príncipe que brilla en un entorno sórdido y sangriento. Por momentos reiterativo, pero otros realmente interesante como todo lo que tiene esa relación entre el capanga interpretado por Alfredo Castro en contraposición con el argentino Gastón Pauls brillante en su irónico personaje, una de sus mejores composiciones. Es una película donde abundan las escenas de sexo, violento o consentido, y las situaciones resultan previsibles, pero igual mantiene la tensión y el interés.