En un lugar donde todo es posible
A través de los años, tanto el público juvenil como el adulto hicieron de este relato, escrito en 1943 por Antoine de Saint-Exupéry., una de sus lecturas preferidas, Ahora el director norteamericano Mark Osborne (nominado al Oscar por su film Kung Fu Panda) llevó a la pantalla toda la calidez, la poesía y la ternura que planean a lo largo de este libro, y lo hizo sobre la base de una animación en la que tanto los personajes como su entorno mantienen todo el encanto de esas páginas ya imborrables para sus muchos lectores.
La protagonista es una niña que está siendo preparada por su madre para ser adulta en el mundo en el que viven. Cuando deciden mudarse, la pequeña va descubriendo que su vecino, un anciano simpático, cordial y excéntrico, comienza a mostrarle una nueva faceta del universo. En su juventud fue un aviador que recorrió todos los cielos del mundo hasta hallar a un pequeño príncipe que vive en un micromundo de fantasía y de amor. Así el aviador muestra a su nueva amiga un espacio extraordinario donde todo es posible. La niña redescubre su infancia y aprende que son los lazos humanos lo que importan y que sólo con el corazón es que uno puede verse bien.
Mark Osborne, con el apoyo de un excelente guión, logra ser absolutamente riguroso en su traslación a la pantalla del libro y logra integrar la historia dentro de un relato que amplía su reducido campo de batalla a partir de bellos y minuciosos artefactos animados.
El clásico atemporal se renueva así en esta amorosa versión del siglo XXI y su realizador reinventa con calidez el cuento francés. Así, con emoción, con ciertos rasgos de humor y mucho talento el entramado va tomando vida. Es un film bello en su anécdota y en sus personajes, a lo que se suma una impecable música. El principito es, sin dudas, un sabroso plato para ser digerido por el público juvenil. Y, también, por los adultos.