Dibújame una crítica
El Principito (Le Petit Prince, 2015) es una película muy tierna y marginalmente entretenida que en el mejor de los casos guiará a los espectadores a que descubran (o redescubran) la magia del libro de Antoine de Saint-Exupéry.
La película no es una adaptación directa del libro. Funciona más como una secuela. La historia original es recapitulada durante la primera mitad de la película, siendo narrada por el viejo aviador a una niña. La segunda mitad de la película sigue la aventura de la niña, quien roba su aeroplano y viaja hacia el espacio para encontrar al principito y conseguir las respuestas que el cuento no le dio.
En definitiva lo que hace la película es tomar una historia inmortalizada por su ambigüedad alegórica y anclar el sentido en una sola lectura, la más obvia e inmediata.
No es la primera adaptación largometraje de “El principito”. Sí es la primera vez que se cuenta la historia con animación, lo cual es bastante osado de parte de los realizadores, considerando que este es el libro que nos dejó la frase “lo esencial es invisible a los ojos”. Como animador, ¿por dónde empezás?
Mientras la película se mantiene dentro del terreno canónico de la historia, funciona perfectamente. Es hermosa. Estas porciones del relato han sido animadas a lo stop-motion (como las películas de Henry Selick y Tim Burton). Son las más bellas, no sólo por la fidelidad a las ilustraciones originales de Saint-Exupéry sino porque confieren la misma sensación de artesanía y delicadeza.
Pero la película trata más sobre la niña en cuestión que sobre el principito. Y el mundo en el que vive es un engrillado 3D sin sofisticación. Parece una maqueta diseñada por computadora, con menos vida que uno de esos videos sobre seguridad vial. La animación (la iluminación, los personajes, sus movimientos, los de la cámara) es menos que esmerada en estas partes, que acaparan las tres cuartas partes de la cinta. Y cuando la niña finalmente viaja al espacio y se aventura en el terreno del “fan fiction”, la historia se convierte en un relato bastante mediocre, con buenos y malos y un mundo distópico que hay que redimir.
La historia de una niña que sufre una madre controladora y se hace amiga del viejito de la casa de al lado es simpática. Tiene un arco dramático propio, no es un mero marco narrativo. Pero en ningún momento logra ser más interesante (o verse tan bien) como la historia de “El principito”, y cuando decide continuar esa historia, lo hace de una forma que daña la atractiva discreción del relato original.