El Principito es uno de los libros más complejos que uno tiene como asignatura “obligatoria” durante la infancia. Un hecho bastante extraño considerando el lenguaje metafórico persistente de esa novela corta que Antoine de Saint-Exupéry escribió. Definitivamente no se trata de un libro infantil, ya que a pesar de sus ilustraciones (hechas por el mismo autor) y las aventuras del protagonista, la historia reflexiona sobre cuestiones bastante profundas; el sentido de la vida, la soledad, la amistad, el amor y la pérdida.
Claramente la obra se basa en experiencias del propio Antoine, quien además de dedicarse a escribir fue un aviador que sirvió durante la guerra. Su paso por el desierto del Sahara marcó su destino y a pesar de haber desaparecido físicamente en 1944, dejó un legado que vendió más de 140 millones de copias alrededor del mundo.
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Lo curioso es que la novela comienza con un narrador que se lamenta por el hecho de que los adultos entienden poco y nada de creatividad, para luego toparnos con un un relato de lo más filosófico. Es por eso que al momento de la adaptación, nos encontraremos con demasiadas incongruencias. Lo lógico es que más de uno sienta que lo esencial de la historia fue invisible a los ojos de quien se encargó de llevarlo a una obra de teatro, un ballet, una ópera, una serie animada o una película, como lo es en este caso. Ver El Principito en pantalla gigante y no encontrar discrepancias con la obra original sería muy extraño. De hecho el nuevo film de Mark Osborne apenas toma algunos de los pasajes más memorables, inspirándose en un aviador, un niño, una rosa, un zorro y una serpiente como elementos principales.
Visualmente es material poco visto en animación, de una exquisitez que hacía tiempo no disfrutaba. La música quedó a cargo de Hans Zimmer, un elemento que no fallará desde el vamos; simplemente hermosa. Los personajes son adorables, algo que no se le escapa prácticamente a ningún dibujante de nuestros tiempos. Si nos ponemos exigentes, la peli no va a conformar a nadie. Aburrida para niños, poco profunda para adultos. Sin embargo, podemos disfrutarla sin todo ese prejuicio sobre la obra más leída en la historia de Francia. No tuve la suerte de verla en idioma original, donde cuenta con voces muy interesantes que realzan el encanto de todos los personajes. Marion Cotillard, Benicio Del Toro, Jeff Bridges, Vincent Cassel…
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No correspondiendo con la sinopsis que aparece en cualquier portal de internet, el film se basa en El Principito, pero es en realidad la historia de una niña que es agobiada por una madre exigente y un mundo adulto para el que aún no está preparada. Por suerte, su vecino es un anciano perfectamente chiflado que no sabe decir “Hola” sin romper algo, y es él quien la introducirá en ese fantástico mundo de asteroides enumerados, estrellas, baobabs y demás.
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Inmerso de verdad en esta aventura, te arrancará alguna que otra lágrima, más que nada gracias a la labor del compositor alemán y a la insaciable ternura del anciano acumulador que vive en medio de una jungla de cemento plagada de adultos alejadísimos de sus conceptos creativos y espontaneidad. Para los habitantes de esa ciudad ficticia y futurista en la que el pequeño príncipe ya es un mayor de edad con preocupaciones ojerosas, es nada más que un viejo loco. Pero para el imaginario de una niña que aún no ha descubierto la importancia de disfrutar los cinco sentidos a corazón abierto, que no ha caminado por senderos inciertos y que ni siquiera ha observado las estrellas preguntándose algo sobre ellas, ese viejo loco es todo lo que necesitaba aprender de la vida.