Audaz y acertada reinterpretación de “El principito”
“El principito” no es una traslación del libro de Saint-Exupéry: transcurre en nuestros días y la protagonista es una niña que toma contacto con el piloto que cayó en el desierto.
Más de un niño sentirá una suave emoción ante el final de esta película, y cuando crezca recordará esa emoción como algo dulce y hermoso que alcanzó a conocer en su infancia. Muchísimos más niños, sin embargo, no recordarán un pomo. Se habrán convertido en "personas mayores". Esa es una de las melancólicas lecciones del libro de Saint-Exupéry. Sobre semejante destino se alza la protagonista, en una vuelta de tuerca tan arriesgada como bien desarrollada. Y dijimos bien: la protagonista.
Como ya se habrá enterado el lector, "El principito" que ahora vemos no es una traslación literal del principito del libro. La acción transcurre en nuestros días. Hay una niña muy aplicada, respetuosa y disciplinada, una madre muy aplicada, previsora, disciplinada y disciplinante, y -pronto la veremos- una ciudad muy disciplinada, regulada y ordenada. Toda de gris. Salvo la casa de un viejo loco que tiene un viejo y maltrecho avión en su jardín y un montón de recuerdos agridulces en su cabeza. Es el piloto que hace mucho se cayó en el desierto, y así conoció al niño. De a poco la chiquita irá conociendo la historia de ese niño, del asteroide con la rosa, y el campo con el zorro. Pero ésa es solo una parte. El viejo terminará su relato y ella empezará entonces a resolver su propia historia, con sus propias crisis y contradicciones. Y ahí vamos a tener unas cuantas sorpresas.
No corresponde contar más. El recurso de una historia dentro de otra funciona bien. También el uso de animación digitalizada para la parte actual y animación "con plastilina" para la parte vieja, como evocando los muñecos de antes pero con estilo contemporáneo. La natural simbiosis de ambas estéticas ha de corresponderse con la natural unión de ambas historias. Por ahí surge un "last minute rescue" a la americana que no pega mucho que digamos con el espíritu del libro, pero está bien armadito y da lugar a un buen desenlace. La música contribuye, en especial con canciones suaves como "Le tour de France en diligence", lo mismo que el trabajo de los animadores, franceses en su mayoría. Por supuesto, habrá quienes reclamen por una supuesta traición a la esencia del relato original, pero ya se sabe que ciertas cosas son invisibles a los ojos. Para eso están el corazón y la inocencia.
Guionistas, la inglesa Irena Brignull ("Los Boxtrolls") y el animador Bob Persichetti, que supo trabajar en Disney, Pixar, y también Aardman, la empresa de los muñecos Wallace & Gromitt y la oveja Shaun. Director, Mark Osborne, el de "Kung Fu Panda". Doblaje mexicano (Manuel Valdés, Cecilia Suárez, Melisa Gutiérrez como la niña), poco feliz en algunos casos.