La patria ante todo
Corre 1806 en el Virreinato del Río de la Plata, el pueblo se ha defendido con éxito de la invasión inglesa. Los prisioneros son enviados al interior para mantenerlos lejos del puerto, entre ellos se encuentra Conor Doolin (Tom Harris) un irlandés reclutado por los ingleses. Su destino, la provincia de San Luis. Allí conoce a Luisa, una viuda de guerra que se niega a abandonar su desprotegido hogar.
La película es un interesante retrato de la lucha por la independencia, no sólo Argentina, sino también de Irlanda. Entre el presente de Luisa y la historia de Conor se da un paralelismo, ambos pertenecen a pueblos colonizados, invadidos, pueblos a los que se les niega su identidad, y éste es el punto que une a los personajes. Ella lo da todo por la guerra, él ya lo perdió. Sin embargo viven juntos estos años de lucha, con él manteniéndose ajeno mientras puede. Una historia de grandes pérdidas individuales para la fortuna de un país.
Las interpretaciones son adecuadas, no hacen “ruido” como en algunas otras películas históricas de nuestro país, también porque desde el guion se cuida el vocabulario y eso se nota. Los personajes están bien construídos, son profundos y coherentes, en fin se trata de un buen trabajo de Marcela Silva y Nasute. Más allá de la efectividad total del relato, que es cuestión de gustos; la película hace un buen recorrido.
Cabe destacar la prolijidad del arte, donde los exteriores dejan a los paisajes de la geografía argentina como protagonistas. También capto mi atención la mezcla de sonido, ese paréntesis en medio de la proyección que hace que uno escuche atentamente la banda sonora, resulta detallista.
En definitiva, El prisionero Irlandés es una película no apta para todo público, no por su contenido, sino por el tipo de narración. Adhiere al “estilo” de los films que narran la primera mitad de siglo de la vida nuestro país.