Este film propone una reflexión sobre los deseos y temores que todos, siempre futuros muertos, establecemos con la muerte. En clave de humor negro se desarrolla una búsqueda en torno a los ritos funerarios y sus derivados. Para ello, el director-narrador, sobreviviente de un infarto casi mortal que le pasó inadvertido y que luego aceptó operarse a pesar del riesgo de muerte en quirófano, se vale del relato en off de sus experiencias y las enlaza con las del tanatólogo más importante del país: Ricardo Péculo.