Se trata de una película inquietante. Que se inscribe en el terror psicológico y que va sumergiendo al espectador en un clima enrarecido donde la lógica puede cederle el paso a lo fantástico y especialmente a lo perturbador. Escrita y dirigida por Natalia Meta, una notable creadora. La protagonista, una siempre inspirada Erica Rivas es una mujer que trabaja con su voz. Dobla películas en horarios extraños, en salas de grabación siempre en penumbras, con películas clase B que le exigen gritos, carcajadas o tonos neutros que ella domina con facilidad. Se sumerge en esos mundos paralelos aparentemente impune. También es integrante de un coro con un repertorio ecléctico. Después de unas vacaciones tensas, teñidas de climas siempre en el límite con lo abusivo, una tragedia marca el regreso. Ahí su mundo se complica, la muestra en una realidad de pesadillas, medicación, dudas y problemas con su voz. Una puerta a lo fantástico e intimidante, a revelaciones que la sumergirán en otras realidades paralelas y absorbentes. Basada libremente en la novela “El mal menor” de Carlos Eduardo Feiling, la película filmada casi siempre en ambientes cerrados, pasillos circulares, ambientes penumbrosos logra captar, sin caer nunca, un tono de tensión permanente, de impecable fotografía y de un diseño de sonido que contribuye mucho a los deseos de la directora. El elenco es otro acierto. Erica Rivas encuentra los matices perfectos para su atribulada heroína, Manuel Perez Biscayart maneja el tono ambiguo y siniestro, que campea en los demás personajes de Cecilia Roth, Daniel Hendler y la gran Mirtha Busnelli.