El prófugo resultó una sorpresa. Muerte en Buenos Aires, la película precedente de Natalia Meta, apenas ofrecía el atisbo de una directora que, en cambio, aquí tiene control sobre todos sus materiales, a diferencia de su protagonista, quien experimenta una paulatina caída en lo Real, dirían los psicoanalistas (lacanianos). Que la propia Érica Rivas (una vez más en un papel notable) exprese en los agradecimientos que el film está dedicado a los que no encajan en la norma es una glosa de todo lo que aquí sucede. Y es mucho, porque la psicosis es siempre una decantación de signos sin referencias.