El Proyecto Florida nos muestra una serie de hechos a primera vista arbitrarios que terminan cerrando un episodio. El tópico central el devenir de Moonee (Brooklynn Prince), una traviesa niña de seis años. Sola o con amigos, pasa todo el día correteando y haciendo travesuras en el motel de Florida donde habita. Si nos llama la atención todo el tiempo que pasa sin supervisión, tenemos que poner el foco en su madre. Halley (Bria Vinaite) es una niña más. Vive despreocupada de la vida tanto o más que su hija. Sabe que servicios sociales la supervisa, pero no se preocupa demasiado por conseguir trabajo o mejorar su situación. Y no es que no se esmere por desgano: no se da cuenta, no tiene la capacidad de medir los alcances de la realidad. Sin maldad y sin malas intenciones, vive disasociada del mundo adulto. Y todo parece indicar que sucederá lo mismo con su hija.
Hay algunas cosas que hacen de Proyecto Florida una película muy diferente a lo que se estrena habitualmente. Primero, tiene una identidad visual muy marcada. Los planos amplios de los exteriores registran una decadencia pintada de colores que te llena de tristeza. La película transcurre en los alojamientos baratos de los suburbios de Florida, cerca de Disney. Los encuadres son hermosos, pero marcan un fuerte contraste con las acciones que enmarcan. Los chicos comiendo sobras, pidiendo monedas o Halley tratando de vender perfumes son acciones dolorosas que se ven pintorescas.
La cámara en mano sigue a los personajes, dándole a sus emociones cierta impresión de realidad casi documental. Aunque sepamos que es ficción, el recurso nos recuerda que esta realidad existe. La sensación de estar espiando algunos momentos debería generarnos distancia, pero la empatía es automática.
Las actuaciones son otro punto altísimo de la película. Los personajes más jóvenes se ven frescos, naturales, llenos de alegría. Willem Dafoe es Bobby, el encargado del motel. El experimentado actor encarna con sutileza a un hombre cansado tanto de Halley como de las tareas de mantenimiento y los inquilinos en general. A pesar de este agotamiento, cuando eventualmente tiene que sacar fuerzas para resolver algo actúa con una convicción admirable. Vinaite logra generarte una mezcla de rabia y ternura que te hace dudar de tus convicciones. Porque sabés que todo lo que hace está mal y te da bronca que no se dé cuenta. Pero a la vez tiene una impronta de sencillez infantil que a todos nos gustaría tener.
Lo más importante de la película es que esconde detrás un enorme llamado a la reflexión. Te propone repensar los roles paternos, las figuras de autoridad, los límites dentro de la educación de los chicos. Plantea con sutileza que Servicios Sociales es una falsa solución a los problemas de las familias en situación de urgencia. Esboza que el problema de raíz es otro. Recuperar el amor propio y la confianza en uno mismo serían el primer paso a la hora de criar a un niño. Pero llega un punto en la vida de las personas que han sido tan maltratadas y están tan rotas que son incapaces de darse cuenta.
De tiempos lentos y de cabos que parece que van a quedar sueltos, Proyecto Florida es un cachetazo. Un puñal en el corazón, la angustia de un final tan anunciado como evitable, al que nadie se pudo anticipar.