Esta podria ser otra típica película "indie" sobre outsiders y chicos que crecen en ambientes marginales, si no fuera por varios detalles que hacen la diferencia. Por ejemplo, el director Sean Baker baja la edad de sus niñas "olvidadas" a los 6 años, y arma su relato en los suburbios de medio pelo alrededor de Orlando, con moteles baratos llamados Magic Castle o Futureland. Sitios rodeados de outlets truchos de Disney, sólo visitados, en el mejor de los casos, por turistas desorientados engañados por Internet. La antológica estética multicolor potencia el espíritu infantil de estas pequeñas que se portan mal hasta lo punk, ya que se sienten princesas de su propio reino mágico. Baker logra algo tan complejo como darle humor ingenuo a asuntos serios, al mostrar escenas sórdidas desde el punto de vista de una chica, que las naturaliza por no conocer otra cosa. El contraste adulto más o menos sensato lo da Willem Dafoe, como el encargado del motel tolerante y paciente con cualquier madre desmadrada, por no herir a sus chicos, lo que casi siempre lo lleva al borde del soponcio. Si bien el desenlace no convence demasiado, hay actuaciones fuera de lo común, y la fotografía y la dirección de arte dan lugar a imágenes sin desperdicio.