Proyecto Florida: Al borde del lugar más feliz del mundo
Ya con algo más de renombre, el director Sean Baker nos ofrece las agridulces aventuras de unos niños divirtiéndose durante el verano en los complejos de viviendas que rodean los parques de Disney en Florida.
El último trabajo del director independiente Sean Baker le había agregado a su usual buen recibimiento por parte de los críticos, un impacto mundial por las formas. Tangerine fue realizada en su totalidad con la cámara de un iPhone 5S, pero además de esa curiosidad se trató de un sentido retrato repleto de recursos cinematograficos. Ahora, con el Proyecto Florida, Baker devuelve esa atención internacional realizando un trabajo que termino ganando incluso nominaciónes en los Oscars, los BAFTA y Globos de Oro. Aventuras infantiles y colores pastel que se aseguran de que Baker ya haya dado el gran paso para colocarse entre el selecto grupo de directores que combinan una fanbase con la atención de la industria aunque permaneciendo con su espíritu independiente y tono particular, a lo Wes Anderson podríamos decir. Un ejemplo que viene bien para explicar que aunque este protagonizada por niños, no se trata para nada de una producción con el público infantil en mente. La mayoría de sus personajes sirven como muy malos, pero al fin y al cabo simpáticos, ejemplos.
Mientras que su madre busca la forma de mantenerlas económicamente a flote, la pequeña Moonee de seis años intentará sobrevivir el verano jugando con sus vecinos en el complejo de viviendas “El Castillo Mágico” en la verdadera Florida, la que rodea los parques de Disney. De hecho, el “Proyecto Florida” fue uno de los nombres dados a lo que eventualmente se convertiría en Disney World. Muchas de las mini-aventuras de los niños son esfuerzos imaginativos por parte de los pequeños por replicar atracciones de los parques del ratoncito. La película no insiste demasiado en que se tenga en cuenta, pero todo cobra un especial significado cuando recordamos que todo esto suceda al borde del “lugar más feliz del mundo”. Todas las referencias están ahí si se buscan, pero no insisten en que un público despistado las reconozca.
Es un tipo de película que puede sonarle conocida a cualquiera que este familiarizado con el cine independiente, pero se trata de un film con una estética particular. Inmediatamente resaltan los colores pastel, con el cielo celeste y el rosa de las paredes del motel. Cuando se habla de cine independiente con niños, visualmente es siempre con imágenes sucias, crudas de evidente pobreza, pero en este caso Baker entrega un film que visualmente transmite esa alegría y positivismo que su protagonista Moonee insiste en traer a cada segundo que pasa en pantalla. Un cambio tan pequeño como este cambia completamente el tono de la película, incluso más que recursos usualmente utilizados como la música. Es un film humilde, colorido y alegre de la forma más positiva posible en sus duras circunstancias.
Aunque como parte de esta estética tenemos un detalle que quizás pueda pasar desapercibido para muchos: en la mayoría de las películas, los niños no son personajes. Por alguna razón (varias en realidad) no se le suelen atribuir a infantes la complejidad, por más simple que sea, de un personaje cinematográfico normal. Al tratar a sus protagonistas independientemente de la edad, Proyecto Florida no solo termina obteniendo el extraño detalle de personajes de menos de 10 años de edad, sino que en el proceso logra generar un guion increíblemente natural y realista.
Aunque con sus contrastes dramáticos, y sin tratarse de una comedia ridícula, de improvisación o del estilo de sitcom, Proyecto Florida es una comedia. Es uno de los tipos de comedia más ignorados: una sin chistes. No hay set up ni punchline alguno, no hay tampoco dialogo ingenioso o hilarante. Es un humor realista que consigue sus risas gracias situaciones naturales y de interacciones entre personajes que no tienen intención de hacer reír, mas bien no tienen muchas mas intenciones que vivir su vida. Los niños son increíblemente simpáticos, incluso se van a ganar a aquellos que no sean muy amigo de los chicos, mientras que los adultos consiguen la simpatía por su noble intento por llevar adelante su vida diaria. Sea administrar el complejo de departamentos donde los chicos residen o simplemente ganarse la vida. Seguramente sea imposible ver la película sin sonreír, viendo como los niños se entrometen en la vida de los adultos que los rodean.
El director nos lleva de viñeta en viñeta, y como ya dijimos desde el principio y por un largo rato más que una trama estaremos disfrutando de secuencias casi independientes del día a día de sus personajes. Es gracias al ritmo que Baker le da a la cinta que podemos disfrutar a su plenitud de un guion hipnótico y naturista que plantea un sinfín de aventuras infantiles en donde no hay actores ni personajes a la vista. Sin dudas ayuda que la única cara reconocible sea Willem Dafoe, realizando una interpretación tan brillante como minimalista, perdiéndose en el relato con la misma facilidad que el resto del elenco.
Proyecto Florida es una experiencia agradable y entretenida que difícilmente encuentre rechazo en una audiencia que disfrutara de casi dos horas de la vida de una humilde familia de dos, viviendo al borde del lugar más feliz del mundo. Una pequeña película que hace mucho para entregar un film que parece sencillo y que seguramente esa sea su mayor virtud.