Siempre en clave humanista, Aki Kaurismäki (desde una perspectiva política) se aproximan a los conflictos más urgentes, pero también universales de Europa. El maestro finlandés deslumbró con la maravillosa El puerto, donde dirige su incorruptible mirada al corazón de la inmigración ilegal africana.
Lejos de todo tremendismo y apelando a su característico humor distanciado, Kaurismäki aboga por otra realidad posible: un mundo habitado por gente humilde, trabajadora, honesta, valiente y enamorada. Un mundo en el que la solidaridad resplandece como un valor incuestionable y en el que el heroísmo, en clave anti-épica, encuentra su recompensa en la justicia poética.