Tender la mano
"Le Havre" o "El Puerto" es la película que debería haberse llevado la Palma de Oro en 2011. Ya está, lo dije. "El árbol de la vida" de Terrence Malick fue muy buena película y la disfruté, pero en comparación con este trabajo de Aki Kaurismäki nada tenía que hacer. El director finlandés saca lo mejor de sí para entregar cine puro, toma un género tan difícil como el de la comedia/drama y lo combina con denuncia política, una práctica común en el séptimo arte con la diferencia de que acá la técnica cinematográfica es impecable. La atmósfera que logra crear es poderosísima, capta la miseria material y la riqueza espiritual de sus protagonistas con absoluta belleza, invita a querer ser mejor sin golpes bajos ni sentimentalismos, alimenta el corazón del cinéfilo que por estos tiempos simpatiza con la fatalidad (me incluyo entre ellos) y oscuridad de las tramas menos inocentes.
Para el espectador menos predispuesto puede no llegar a ser todo lo magnífica que me pareció a mí, pero estoy seguro que podrán disfrutarla de todas maneras y no sentirse que están frente al capricho de un artista loco al que le pintó experimentar con el cine y volcar sus excentricidades más bizarras en 90 minutos de film.
Para el que no tiene idea acerca de la trama le cuento que la historia se centra en Marcel Marx, un artista parisino exiliado que actualmente se gana la vida como lustra botas en la ciudad portuaria de Le Havre, y su accidental encuentro con un niño inmigrante del continente africano al cual debe ayudar para que llegue a Londres y se reencuentre con sus familiares. En el medio, habrá un misterioso detective que seguirá sus pasos de cerca y con el que se producirán los mejores momentos en pantalla.
Un obra bienintencionada que se filma buscando la atemporalidad, tratando de transmitir que sin importar donde, en qué época, de qué clase social, o en qué situación nos haya puesto la vida, siempre se pude tender una mano al otro y hacer de este mundo un lugar más feliz para habitar.