Lo queremos, lo admiramos, lo seguimos leyendo, pero más allá de cualquier reconocimiento a una carrera brillante, a su lugar como heredero indiscutible del linaje de Edgar Allan Poe, hay que aceptar que los últimos quince años de Stephen King no fueron precisamente brillantes.
Cell, novela de tono apocalíptico escrita por el autor de It en 2006, es en parte una declaración de principios sobre el uso de teléfono celular (por aquel entonces King no usaba y hasta lo aborrecía) y también un pantallazo sobre lo que fue la literatura de terror de esos años.
King escribió esta novela en medio del furor cinéfilo por Ringu, el hit del terror japonés de Hideo Nakata. ¿El tipo que aterró al mundo con Misery y Cementerio de animales llegó tarde al movimiento que cambió el cine de género? Quizá un poco; la influencia de los teléfonos móviles fue anterior al texto y, claro, a esta tardía adaptación, que no aporta un sólo rayo de luz a la palabra escrita hace una década.
El film de Tod Williams (el mismo de la horrible Actividad paranormal 2) es un compendio de malas decisiones de guión y dirección de actores. En esa bolsa de problemas es que intentaron hacer lo suyo Samuel L. Jackson y John Cusack, perdidos entre una rara avis de zombies que surgen a causa de malévolos celulares.
Sólo se entiende el pasaje al cine de este pobretón ejemplar de la escritura de Stephen King en un contexto en el que toda historia sobre zombies parece bienvenida entre una temporada y otra de The Walking Dead. No por nada el estreno ocurrió precisamente en ese marco.
No hay nada, nada, ni siquiera una mordida acertada en este trabajo que, para que la herida duela todavía más, tiene guión firmado por el propio King. Y para colmo la factura técnica está más cerca de un telefilm mediocre de los 80s que de una producción que pudiera hacerle justicia a los nombres que la integran.