En El pulso hay celulares y zombis, pero no el mejor Stephen King
Adaptación de Stephen King protagonizada por John Cusack y Samuel L. Jackson, como otra -mejor- adaptación de King de hace nueve años, 1408. El pulso es ciencia ficción apocalíptica con algo de terror: un virus se propaga a partir de los celulares y deja a la gente convertida en algo así como zombis agresivos. Sobrevivientes, entre ellos los personajes de Cusack y Jackson, tratan de avanzar, de sobrevivir, de encontrar familiares. Al principio la película establece, mediante un montaje descriptivo, que estamos todo el día hablando por celular -cosa que a estas alturas no es tan así, se trata más de mirar la pantalla-, pero la crítica social no avanza mucho, más allá de algunas elucubraciones sobre el comportamiento gregario/colectivo. No abunda la fluidez, esa característica con la que se han lucido algunas de las muchas adaptaciones de King como Misery, Sueños de libertad, Cuenta conmigo y La niebla. Cusack actúa sin brillo, como si fuera un trámite -la proliferación de películas irrelevantes en su carrera quizá lo esté afectando- y la sucesión escasamente cohesiva de peligros y explicaciones sobre lo que está ocurriendo nunca termina de armar tensión.
El pulso es un relato solemne de destino sombrío y que no ofrece demasiada conexión con los personajes, lo que suele suceder cuando la narrativa está tan desinflada de deseo y emociones, cuando el desgano abunda, incluso en los efectos visuales. El veterano Stacy Keach -con papeles memorables desde principios de los 70 en El juez del patíbulo de John Huston hasta hace poco en Nebraska de Alexander Payne- le pone un poco más de entusiasmo, u oficio, a su papel. O al menos recuerda épocas en las que no había tantas películas con forma y concepto de piloto televisivo.