Carlos Jáuregui no pudo disfrutar del legado que dejó en la Argentina. El primer presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), el tipo que la volvió grande y la hizo marchar a Plaza de Mayo por sus derechos nunca dejó de recibir reconocimientos por su trabajo y hoy es un ícono de la pelea por las libertades civiles.
Algo de eso deja en claro El punto inolvidable: vida de Carlos Jáuregui, el film de Lucas Santa Ana que pone el acento en la trayectoria de quien fue un lider social con los pies en el barrio y el grito en el cielo.
Testimonios de quienes militaron junto a él en la CHA y de quienes lo conocieron y transitaron las mismas calles y, en algunos casos, las mismas comisarías en las noches de redadas policiales, unen sus testimonios a videos de archivo en los que queda de manifiesto la militancia tan racional como visceral de Jáuregui. En algunos pasajes, incluso, aparece como invitado especial un más joven Mariano Grondona en plenos años 90, cuando en medio de la vorágine menemista su programa Hora Clave aparecía como un espacio abierto a las minorías.
De estructura clásica y quizá por momentos un tanto acartonada, la película logra remarcar la figura de un distinto que le puso el cuerpo y el intelecto a mejorar la vida de otros miles de distintos.
Hay todavía en el cine argentino un lugar para contar estas historias de personalidades que si no hubieran peleado estarían al costado de los relatos del presente. El cine nos da hoy la oportunidad de conocer una de esas historias y, quizá, multiplicarla a partir del ejemplo que se dispara desde la pantalla. A por ella.