Acariciando lo áspero
Esta segunda película de la talentosa directora de Red Road (opera prima ganadora del Premio del Jurado en Cannes 2006) repitió el mismo galardón (en este caso, compartido con Thirst) en la edición 2009 del prestigioso festival francés.
La realizadora británica describe las vivencias de Mía (consagratorio trabajo de Katie Jarvis), una quinceañera inestable y solitaria que vive en un barrio gris de monoblocks en la zona de Essex con su desbordada e irresponsable madre (Kierston Wareing) y con su pequeña hermana Tyler. Rechazada por el sistema escolar y por la gente de su edad, la protagonista manifiesta un profundo y violento rechazo por cualquier tipo de contacto, hasta que un día su mamá lleva a la casa a Connor (el gran Michael Fassbender), un misterioso y extrovertido desconocido de origen irlandés que será capaz de conmover las atribuladas y previsibles existencias en ese cerrado y tenso universo femenino.
En la línea del cine social de Ken Loach y de los hermanos Dardenne, Arnold sostiene el relato, alejándose lo más posible de los golpes bajos, aunque sin por eso dejar de ser impiadosa ni sensible en su retrato humano de seres que, tras su fiereza, su hostilidad, su rebeldía y su cáscara de dureza, esconden un vacío existencial que los angustia, una precariedad, una falta de expectativas, una fragilidad y una inmensa vulnerabilidad, producto de tantas carencias económicas y, sobre todo, afectivas.