Un retrato de sobrevivientes
Un singular drama familiar de Inés de Oliveira Cézar.
El recuento de los daños es una película curiosa. Por un lado, plantea, con un estilo distanciado y formalista, el recorrido que hace un hombre que viaja hacia una fábrica en las afueras de Rosario con el objetivo de auditarla. Ese viaje no concluye de la forma previsible: hay un accidente extraño y un hombre puede haber muerto, algo que el conductor (Santiago Gobernori) no sabe.
La noche, la bruma, la ruta, el accidente: uno se imagina entrando a un moderno policial negro, algo similar a lo que están haciendo muchos de los cineastas de la Escuela de Berlín (Thomas Arslan, Christian Petzold). Pero poco después nos daremos cuenta que, si bien algunas particularidades de esa estética con algún toque “Antonioni” sobreviven, El recuento de los daños cambiará de eje, registro y estilo.
Una vez llegado a la fábrica, el hombre descubrirá que allí las cosas no están del todo bien. La dueña del lugar (Eva Bianco) acaba de quedar viuda y su hermano trata de mantener las riendas de una fábrica que tiene algunos problemas. Y la relación entre el recién llegado y los dueños se complicará a partir de otros hechos y revelaciones que no conviene adelantar acá, si bien no se trata de una película que haga su centro en el misterio o el suspenso.
Descriptiva, oscura y extrañamente bella, pero algo sentenciosa en los textos (el filme funciona mejor... en silencio), El recuento...
pasa a adentrarse en los territorios de la tragedia griega mezclados con la historia política argentina. ¿Es posible que ese muerto, esa mujer y ese hombre más joven estén relacionados entre sí y que esa relación haya nacido en la etapa más oscura de la historia argentina reciente? Suena -y es- forzado, es cierto, pero Oliveira Cézar no apuesta al realismo ni al cine de denuncia política. Sus películas (las anteriores son Extranjera y Como pasan las horas ) trabajan lazos atávicos, pero jamás lo hacen desde las zonas previsibles. Estilización, modernidad, distanciamiento, llámenlo como quieran. La directora logra subyugar desde la puesta en escena. Es un filme de imágenes ominosas, sonidos disruptivos, extrañas músicas humanas. Un oscuro retrato de sobrevivientes.