La directora de Como pasan las horas y Extranjera vuelve a la pantalla con una tragedia. La tragedia de todos los argentinos, la última dictadura militar, la tragedia en su sentido más literal, Edipo.
El daño parece ser un accidente de tránsito: un hombre pincha una goma del auto y va a buscar ayuda pero no deja la baliza. Otro auto vuelca y el conductor muere. Y de Oliveira Cézar comienza el recuento…pero podría pensarse que el daño es previo, es la historia de esta mujer, detenida por la dictadura de los ’70, a la que le robaron un hijo.
La historia de Edipo es muy conocida como para repetirla aquí, pero baste decir que en lugar de este joven extranjero llegar a Tebas, llega a la fábrica de la viuda a hacer su propio recuento de daños…y es que como una peste todo empieza a infectarse, a pudrirse desde el fondo cuando la verdad empieza a emerger a la superficie.
La directora no sólo divide la trama en 9 cuadros, sino que cada encuadre de la casa lleva la marca de una separación, una columna que se interpone, un vidrio que no deja ver transparencias…algo del orden de lo no dicho, de lo oculto reina en el hogar. Personajes que no casi hablan porque el pasado no puede ser puesto en palabras…y al final palabras sin sentido porque toda lógica se ha vuelto en contra de esta familia.