Al director Richard Linklater parecen apasionarles claramente dos aspectos cinematográficos: desde la estructura, las road movie, y desde lo estético narrativo, las cuestiones del paso del tiempo, ya sea dentro de la misma estructura o lo que este, digamos el tiempo, le produce a sus personajes.
Y en la conjunción de ambos se construye éste último filme del mismo realizador de la muy buena “Antes del amanecer” (1995) y de la sobrevalorada “Boyhood” (2014).
La historia basada en la novela de Darryl Ponicsan, también coguionista junto al director, narra el viaje de tres ex compañeros de armas en la guerra de Vietnam. Pasaron 30 años, de los que ninguno tuvo noticias del otro.
Ahora, Larry “Doc” Sheppard (Steve Carell) es el que necesita de los otros dos y va en su rastro, más que nada como apoyo moral. Debe ir a buscar el cuerpo de su hijo fallecido en la guerra de Irak.
Por un lado nos encontramos con el irreverente Sal Nealon (Bryan Cranston), un hombre olvidado de la vida, y por otro con Richard Mueller (Lawrence Fishburne), ahora vuelto un religioso que dirige una iglesia. Mientras el primero transita por un duelo que no tiene palabra, Sal Nealon no deja pasar oportunidad para que su lengua filosa de cuenta de los 4 jinetes del Apòcalipsis que alimenta la política exterior de los EEUU. Por su lado, y refugiado en su fé, el Reverendo Richard Mueller podría ser casi la contrapartida de su excompañero del ejército.
Este tipo de presentación y desarrollo de los personajes hará que el espectador se sienta identificado con alguno de los tres, o simplemente empatia, que por estructura y viabilidad hasta produce saltos en esa elección.
En las actuaciones de los tres protagonistas y en los diálogos, en los que el director siempre demuestra su talento, se apoya y sostiene toda la narravción. No demasiado más.
Sin embargo el final de las historia, con una vuelta de tuerca, casi da por tierra con todo lo construido anteriormente transformándose en un “cuasi” panfleto de patrioterismo a ultranza. Esto le quita demasiados puntos, que ya había ido restando por la duración de la misma.
En situación de contemporaneidad, e igualmente realizado en la madre patria, existe otro filme, “Gracias por los servicios prestados” (USA 2017) que narra la historia de tres amigos, soldados ellos, que regresaron de la guerra de Irak, planteando en principio las consecuencias en cada uno de ellos para terminar haciendo loas de sus actos patrióticos. Ambas películas dan la sensación de estar producidas, económicamente hablando, por Donald Trump.