De no ser por el absorbente trío protagónico, la última película del vanagloriado Richard Linklater -la excelente trilogía Before Sunrise/Sunset/Midnight y Boyhood– pasaría a conformar las huestes de ese subgénero que yo personalmente califico como lo que la guerra nos dejó. El mensaje de que esta nunca es buena y deja consecuencias en la mente humana, a veces irreversibles, es un tópico frecuente en el cine, uno al que se vuelve incontables veces y hace difícil la separación entre tantas propuestas. Last Flag Flying es víctima de dichos lugares comunes, pero la fuerza interpretativa de los alucinantes Steve Carell, Bryan Cranston y Laurence Fishburne eleva el drama post-bélico por encima de la media.