COMPRESIÓN REVITALIZADORA
“¿Qué harías si alguien del pasado volviese, alguien que te lastimó?”. La pregunta de Claire visibiliza dos cuestiones: por un lado, el conflicto de la trama de El reencuentro y, por otro, su propia esencia. Por más que se presente como una mujer seria, establecida y segura, su mundo comenzará a navegar por un rumbo incierto a nivel emocional, laboral y con su hijo, cuando se reencuentre con la amante de su padre. De esta forma, Claire transitará ciertas crisis en su estructurado modo de ver y experimentar el mundo.
Su opuesto es Beatrice Sobolewski, la amante en cuestión, personaje que llevará al límite las experiencias de vida, incluso las más delicadas. El director Martín Provost se encarga de exhibirla con importantes joyas, haciendo apuestas o comiendo algún plato rico en calorías acompañado de un buen vino.
La relación entre ambas se rompió debido a 30 años de ausencia, con una muerte de por medio. Entonces, la culpa, la necesidad o el miedo son algunos de los condimentos que se utilizarán para retratar el encuentro, un tema cliché que se construye por pequeños momentos previsibles y monótonos dispuestos para crear un efectismo en el espectador.
Por otro lado, el director plantea un extraño paralelismo entre las mujeres respecto a la figura masculina, ya que ambas, tanto en el pasado como en el presente, se ven sobrepasadas por los vínculos. Beatrice reconoce que Antoine Breton fue el único hombre al que amó y queda atónita con el parecido de su nieto; Claire, en cambio, es más reservada para demostrar los sentimientos hacia su hijo o al recuerdo del padre. De esta manera, parecería que Provost apuesta a un doble acercamiento entre las protagonistas basado en el uso de diálogos, motivos o representaciones comunes y en el intento de equipararlas sentimentalmente como una nueva vía vincular.
Las cuentas pendientes del pasado regresan para aliviar las deudas y aprender nuevas lecciones. Más vale tarde que nunca.
Por Brenda Caletti
@117Brenn