Las dos protagonistas son lo mejor de esta comedia dramática demasiado correcta y académica.
El director de la multipremiada Séraphine –ganadora de 7 César, entre ellos los de Mejor Película y Actriz- y de Violette incursiona ahora en el terreno de la comedia dramática, pero de tintes indudablemente optimistas, en esta historia sobre el reencuentro de dos mujeres opuestas aunque unidas por un pasado en común.
Estrenada fuera de competencia en la última edición del Festival de Berlín, El reencuentro sigue a Claire (Catherine Frot), una partera adorada por todos que lleva una vida tranquila y feliz en las afueras de una ciudad, hasta que recibe el llamado de Beatrice. Ella supo ser la mujer de su padre en su infancia y adolescencia, pero después de la separación desapareció sin dejar rastros. Incluso ni siquiera sabe que él murió hace varios años.
Beatrice vuelve dispuesta a saldar cuentas con su pasado justo después de saber que tiene cáncer. Para Claire no es un momento muy fácil: está en pleno proceso de enamoramiento de un camionero (rol inhabitualmente alegre para Olivier Gourmet, actor fetiche de los hermanos Dardenne) y su hijo acaba de anunciarle que la hará abuela.
La película hilvana las distintas vertientes del relato con eficacia y fluidez, aunque nunca logra quitarse el corsé de un guión de hierro, más preocupado por empatizar con la platea que por construir y describir la complejidad de sus personajes ni mucho menos sus relaciones. Hay algo profundamente enigmático en el hijo de Claire, que es igualito a su abuelo y piensa en abandonar la carrera de Medicina, que -sin embargo- el film desaprovecha dejándolo en la condición de detalle argumental. Lo mismo con el personaje de Gourmet, que de tan bonachón se vuelve plano.
Provost ya había demostrado sentirse cómodo en las arenas del cine académico, y acá vuelve a hacerlo filmando con pompa y cierta grandilocuencia que contradice el tono íntimo que propone el relato. En una Catherine Deneuve perfecta en su mezcla de elegancia y decadencia, de necesidad a la vez que entrega, y su indudable química con Flot, están los pilares sobre los que termina descansando este film correcto, quizás demasiado, al que le falta un poco más de carácter huracanado de Beatrice.