No sé para qué volviste...
Catherine Deneuve y Catherine Frot componen a una partera y la ex amante de su padre.
Hay gente que tiene suerte al volver a cruzarse en la vida con quienes le marcaron la suya. Ese reencuentro puede ser agradable o ingrato, de acuerdo a cómo haya sido esa marca que llevan en la piel.
A Claire (Catherine Frot), que Beatrice (Catherine Deneuve) quiera volver a tomar contacto con ella le toca, le remueve, más el estómago que el corazón. Perdieron contacto hace muchísimos años, cuando Beatrice abandonó a su padre, y éste al poco tiempo de la separación se suicidó. Pero Beatrice no es la madre de Claire, que tiene una vida apacible, todo el mundo la quiere, es partera en una maternidad que está por cerrar y su hijo le presenta a su novia, que le dice que la va a convertir en abuela.
Justo en medio de todo esto, más un vecino de la campiña (Olivier Gourmet, de las películas de los hermanos Dardenne), camionero y pequeño granjero querible, a quien Claire empieza a mirar con otros ojos, aparece Beatrice. La recién llegada no sabe nada de la muerte de su amante, y si regresa es para arreglar situaciones que quedaron (mal) abiertas. El motivo: tiene un tumor cerebral.
Con tanta complejidad, o si se quiere, con personajes que están atravesando situaciones traumáticas, el director Martin Provost (Séraphine y Violette) intenta construir una comedia dramática con más comedia que drama. No hay, empero, mucho de qué reírse, y si no fuera por Deneuve, que sigue mostrándose glamorosa aún cuando su personaje deba impostar más de lo que es, y por Catherine Frot (protagonista de Marguerite, sobre la peor soprano de la historia en la versión francesa), la proyección languidecería a poco de haber comenzado.
Pero allí están las dos actrices tratándole de dar más carne y sangre a personajes esquemáticos. Pero quienes más sufren de parálisis imaginativa en su construcción son Olivier y Quentin Dolmaire (Simon, el hijo de Claire). Tanto uno como otro pudieron ser más que satélites de Claire y generar algo más que empatía.
Con todo, El reencuentro se deja ver, uno espera que la estrella de Belle de jour vuelva a aparecer en pantalla cada vez que el guión se olvida de ella. A sus 73 años, mantiene su charme, y marca a su personaje.