Emotivo film francés sobreuna partera y su madrastra
Una partera dedicada con todo amor a su trabajo se encuentra de golpe con la mujer que, 40 años atrás, fue su madrastra, una señora sólo dedicada a sí misma. Son dos caracteres contrapuestos pero con buenos recuerdos en común, que ahora más o menos reviven. También hay otras cosas en común: el drama que esa mujer provocó y del que recién ahora se entera, y un futuro incierto. El hospital donde trabaja la partera está por cerrar. Y la otra sufre un cáncer y no tiene dónde caerse muerta.
¿Ahora se acerca a la hijastra para saldar deudas, o para sacar beneficios? Siempre fue una vividora pero necesita algo parecido a una familia. La interpreta Catherine Deneuve, bien. Catherine Frot es la partera, muy bien, y el protagónico es todo suyo aunque figure segunda en el cartel. Su personaje, la verdad, es más interesante, y tiene un hermoso cierre de vida laboral, cuando llega a la sala de partos una chica que ella ayudó a nacer 28 años antes. Dato curioso: lo que cuenta esa chica lo vivió el propio director de la película. Por eso quiso dedicar su film a las parteras (eso significa el título original de esta película).
Martin Provost es el director, el mismo de "Séraphine" y "Violette", dos buenas biografías aquí oportunamente estrenadas. Lo que ahora vemos no está a la misma altura, se alarga y se desinfla un poco, pero el tema y las actrices lo sostienen debidamente. En papeles de apoyo, Olivier Gourmet (el vecino), Pauline Etienne (la chica), y, en una sola escena, Myléne Demongeot, rubia sexy de tiempos ya lejanos.