François Ozon, realizador francés, de quien se vio en las pantallas porteñas en el mes de mayo la casi surrealista “Ricky” (2009), se caracteriza por “saltar” de obra en obra a diferentes géneros cinematográficos, aunque a cada una de sus realizaciones le imprime su estilo, que sí lo tiene bien definido.
En la que se comenta, va mucho más allá, al lograr una variación en el género durante su desarrollo. Esta obra comienza como un drama “duro” para cambiar casi inmediatamente al drama “romántico” con una ligera pasada por el drama “social”.
Las primeras escenas muestran la “no vida” de Mousse y Louis, una pareja de drogadictos en la etapa de absoluta dependencia a la sustancia. La llegada de un “dealer” les calmará la ansiedad, pero será también el terminal empuje hacia sendas sobredosis. Ozón retrata sin ningún condicionamiento y con mucha crudeza hasta dónde puede dominar a un ser humano la adicción a las drogas, pero no lo hace de forma doctrinal sino que simplemente lo muestra, porque es algo que pasa.
Mousse, logra sobrevivir e inmediatamente el vacío que siente por sus pérdidas y por el rechazo de la familia de Louis, será ocupado por la noticia de que una nueva vida se aloja en su interior. Ahora tiene algo a que aferrarse, para reconstruir su existencia, para alejarse de todo lo malo que ha vivido.
Se instala en la costa de la región vasca francesa y allí reflexionará sobre el pasado al que siente como esa espuma de mar que ve desvanecerse (una sutileza de Ozón como guionista porque “mousse” en francés significa precisamente “espuma”).
Hasta ese lugar llega Paul, el hermano de Louis, que arrastra una traumática historia, y con él, a quien acepta tal como es, Mousse se reconectará con el mundo.
La protagonista que François Ozon describe es una mujer que es consciente de que la vida le ha dado una segunda oportunidad y que debe aprovecharla, por lo tanto para interpretarla eligió a la multipremiada actriz Isabelle Carré que logra transmitir a la platea los sutiles cambios interiores que se producen en esa muchacha desorientada. El rol de Louis, el drogadicto, fue asumido de manera magistral y memorable por Melvil Poupaud, actor que ya trabajó con Ozon en “El tiempo que resta” (2005). El personaje de Paul, es interpretado correctamente apoyándose en un físico que ayuda a su composición por el músico y cantante Louis-Ronan Choisy en su primer trabajo actoral, autor también de la banda musical de esta obra cinematográfica, asimismo es destacable la actuación de Marie Rivière como “La mujer del mar”.
Se trata de una realización con la duración exacta para evitar las reiteraciones, con algunas escenas que en muy pocos segundos plantean situaciones importantes para desarrollar un drama, que señala que todo los esfuerzos que una persona haga para revalorizar su vida borrarán los errores cometidos en el pasado que atentaran contra sí misma.. Un oscuro pasado puede desvanecerse si se construye para el futuro y para ello se aceptan los cambios que la misma vida propone, a veces de manera cruel.