¿Una de Ozon?
François Ozon debe ser en la actualidad uno de los directores más abiertos y menos previsibles. Nada parece vincular a Ricky, el extraño relato sobre un niño con alas de ángel que se estrenó hace unos meses, con esta historia que empieza como un duro drama social y termina de manera luminosa aunque en algunos sentidos, inquietante.
Una pareja de adictos con dinero suficiente para gastar en una importante cantidad de heroína recibe en su casa al dealer que les lleva la mercadería. A partir de ahí, Ozon describe de manera minuciosa las múltiples dosis que la pareja se inyecta en distintas partes del cuerpo. El resultado de esa maratón drogona es que ella entra en coma y él muere de sobredosis.
Pero en el hospital los médicos descubren que Mousse está esperando un bebé. Meses después y con un embarazo a punto de terminar, la película la encuentra a Mousse recluida en un pequeño pueblo a orillas del mar. Dispuesta a tener al bebé para entregarlo a padres más responsables y recibiendo se visita al hermano del hombre que es padre de ese bebé y que murió de sobredosis.
El refugio es una película reflexiva que habla de la existencia o no del instinto materno, del sexo, de que se necesita para ser padres y todo con una carga importante de sensualidad. Todo en la película es sorpresivo y los personajes nunca son juzgados ni castigados ni aleccionados de ninguna manera. Quizás sea demasiado cuidadoso todo y haya alguna vuelta de guión un poco tramposa, pero no llega a indignar ni mucha menos. Es decir, se puede ver.