De vez en cuando hay una película que lo cambia todo, que nos hace pensar que acabamos de ver algo totalmente novedoso, original. Son situaciones cada vez más aisladas, pero El Regalo es una de ellas.
Al debut en la dirección (más allá de varios cortometrajes) del reconocido actor Joel Edgerton le podemos encontrar similitudes con muchísimas películas, pero combinadas, el resultado es realmente sorprendente, o mejor dicho, inquietante.
Simon y Robin (Jason Bateman y Rebecca Hall) forman un matrimonio próspero, con una de esas vidas cuasi idílicas, si bien desde el principio vemos un dejo de tristeza sobre todo en el rostro de Robin, más tarde nos enteraremos de un reciente aborto espontáneo. Acaban de mudarse a un barrio de suburbio, y en las vueltas de la vida se cruzan con Gordo (el propio Edgerton), un compañero de preparatoria de Simon, con el cual perdió todo contacto, que de inmediato entra en confianza, quizás mucha confianza.
Los regalos no tardarán en llegar, en forma de intromisiones, paquetitos en la puerta de la casa, peces en un estanque, y frecuentes visitas sin previo aviso. ¿Realmente se trae algo entre manos Gordo? ¿O es solo alguien necesitado de algo de atención y compañía? ¿Pasa algo con Robin y su errático comportamiento? ¿Y Simon, por qué rechaza tan de plano la presencia de Gordo? ¿Qué fue de la vida de Gordo durante este período?
El regalo plantea más dudas de las que va resolviendo, y eso es lo que la hace única. Durante un largo período, casi todo el metraje, el espectador no sabrá para dónde dirigirse, ni siquiera sabrá por qué está tan tenso, ¿Todo lo que vemos es real?
El gran acierto de Edgerton, con experiencia previa en los guiones de The Square y Felony (dos películas que recomiendo ver), es la creación de personajes. Quién lleva adelante el asunto pareciera ser Robin. Es ella quien duda entre la inocencia o perversidad de Gordo, la que conduce “la investigación”, la que cuestiona a su propio marido. Pero los tres personajes tienen un trasfondo, algo que contar, no son simples piezas de un ajedrez, hay carnadura y trabajo previo.
Esto también se complementa con la labor del trío actoral, perfectamente marcados por una dirección rígida. Hall hace uso y abuso de sus ojos exaltados como una Shelley Duvall actual; por su rostro pasa todo el pavor y la incertidumbre. Bateman sabe componer perfectamente esos personajes que se hacen odiar aunque tengan razón, la constante actitud molesta traspasa la pantalla. Edgerton se guardó par sí una criatura divina, Gordo es empatía, es un personaje entrador por más extraño que sea, podemos entender todo lo que haga.
Perfecta pieza de suspenso, tiene un mínimo bache sobre el final del segundo acto que rápidamente repunta con un final a toda pasión. Desde el trabajo en fotografía y dirección de arte, hasta la imperceptible e intranquila banda sonora, todo se maquina en función de ponernos nerviosos y hasta se da el lujo de pegarnos unos cuantos sobresaltos. Si hasta la mirada de un perro nos estremece.
El Regalo tiene todo para ubicarse entre lo mejor del año, por lo menos en materia de cine comercial, y más si estrictamente hablamos del cine de suspenso dramático cada vez más devaluado.
La reflexión, todos alguna vez fuimos Gordo, Simon o Robin; desde ahí partirá nuestra mirada para entender o no a cada uno de los personajes. Edgerton nos deja jugar y hacer las propias deducciones, nosotros encantados.