Derrotando los clichés
Difícil es no querer apresurarse y buscar en El regalo todas las conexiones con otros films de su misma índole. Y con ninguna inocencia, a mi parecer, va trazando el director toda una red de clichés que hacen pensar que nada nuevo veremos y hasta podremos predecir cada uno de los movimientos de los personajes. Sin embargo, junto con la trama de los protagonistas, el espectador también es engañado.
Podemos hablar de la película como dos planos que confluyen. Uno de ellos es el propio reconocimiento del film dentro de un grupo de otras películas que desarrollan temáticas similares. Podríamos hablar de un metalenguaje indirecto (inventando el término). Es por eso que creemos que existen dentro de El regalo frases y escenas que hacen pensar en qué tipo de película veremos, engañando de esta forma el ojo del espectador. Como ejemplo encontramos la mudanza a una nueva casa, la pérdida de un hijo en el pasado, la llegada de un viejo amigo y el remate de “parece una buena persona”, entre otras. Ocurre que un espectador habituado a ver este tipo de films le dará a esos datos perdidos significados específicos, de los cuales ha tomado conocimiento por sus reiteradas utilizaciones. Pero lo interesante es que no continúa con la tradición y tampoco deja esos elementos por puro engaño, sino que propone resignificaciones.
El otro plano es la propia trama que también juega con apuntar la mirada del espectador para un lado, para luego terminar en otro. En este sentido, es necesario pasar la primera parte, y darnos cuenta que no es una repetición de otras películas, para disfrutar de este thriller. El juego de espera que propone El regalo genera una intriga constante. Pero aún dando altas expectativas de lo próximo a seguir, no deja de sorprender ni de responder las preguntas que va dejando.