LA VENGANZA ES UN PLATO QUE SE SIRVE FRÍO
A Joel Edgerton lo vimos varias veces. Su rostro en pantalla no sorprende a ningún espectador porque le devuelve el reflejo de una imagen conocida y asimilada sobre todo por el vasto repertorio de filmes que hoy en día podríamos llamar “clásicos”. Edgerton es australiano y en su curriculm aparecen títulos como Star Wars o El gran Gatsby, entre otros “tanques”. Pero en El regalo la apuesta se redobla, y no sólo actúa sino que dirige. ¿Por qué arriesgarse a traspasar la frontera imaginaria que delimita las dos caras opuestas del set?
En este debut como realizador la propuesta de Edgerton presenta una película de género. Compacto en su estructura y muy bien narrado, El regalo, es un filme que revela la forma de un despertar creativo en la vida profesional del actor. Con elementos caracteristicos del trhiller psicológico, el género abre el juego a una serie de eventos que marcan la presencia (casi insospechada) de un tema con resonante actualidad: el bullyng. En El regalo, los límites y posibilidades están claras: cada personaje y cada escena tiene un motivo, por eso, es el propio versomil el que envuelve al espectador en una historia cuyo ambiente no deja de enrarecerse ni extrañarse a medida que la cinta avanza.
Simon (Jason Batteman) y Robyn (Rebecca Hall) son una joven pareja que se muda de estado para alojarse en una enorme casa con paredes de vidrio casi en su totalidad. Cualidad que será clave a la hora de situar los hechos de esta historia que narra el desequilibrio que puede causarle a una pareja la llegada de un tercero apararentemente desconocido. A través de una metodología precisa (caculada y premeditada), Gordo (Edgerton) comienza a dejar presentes en la casa de vidrio. Situación que se iniciará como un juego de simpatías hasta que los regalos comienzan a develar la existencia de un pasado sobre Simon que Robyn no conocía. ¿Quién es Gordo?¿Por qué afecta tanto la vida íntima de la pareja?
Con este interrogante se presenta El regalo una opera prima de calidad que entusiasma por la utilización certera del ritmo y por la austucia de contar una historia que remite al pasado sin caer en el fácil y obvio recurso del flashback. Además cuenta con la presencia de un giro dramático que da vuelta la trama ubicando en un lugar muy cuestionable la reputación del protagonista. Condimento que le agrega un plus de sentido a esta película que se preocupa por sus personajes, la escenografía y el sonido. Porque nada está puesto por azar, y en esta puesta en escena, nadie es totalmente bueno ni totalmente malo. Todos son culpables y deberán pagar por ello.
Rebecca Hall es excelente para encarnar a Robyn, pero una de las malas desiciones de Edgerton fue la de no terminar de cerrar del todo su personaje al incluir una enfermedad o adicción de la que se está recuperando que la ubica en una situación poco resolutiva. Es decir, parecería que el cineasta quisiera poner en duda la veracidad del relato de Robyn al hacer dudar al espectador y no a los propios personajes provocando la intriga fuera del verosimil construido.
El regalo no es solo el alma de este filme que basa su lógica en la rítmica entrega de misteriosos obsequios, sino también en la novedad de ver a Edgerton en un nuevo rol dentro de la industria cinematográfica. Quedamos a la espera de su próximo trabajo. El comienzo es prometedor.
Por Paula Caffaro
@paula_caffaro