Ucrania es un país con una interesante tradición de cine animado, con propuestas quizá no muy numerosas, pero sí de gran versatilidad. Pero lamentablemente, El regreso de Gulliver no es la mejor embajadora de esa corriente. El film de Ilia Maksimov, puede que suponga una decepción para los chicos que busquen una divertida aventura, como para los adultos que quieran acercarse a la animación de ese país. Esta producción ucraniana imagina una historia basada en los clásicos personajes de Jonathan Swift, pero su resultado final está muy lejos de hacerle justicia a esa obra.
Luego de un tiempo ausente, el pueblo de Lilliput recibe con los brazos abiertos a Gulliver, el “hombre montaña” que los salvó del ataque de los Blefuscos. Pero quien llega es un Gulliver tamaño regular, un hombre de estatura promedio que si bien jura ser el mítico héroe, sus proezas (y dimensiones) están muy lejos de la leyenda que lo rodea. Las autoridades lo acusan entonces de fraude, asegurando que ese no es el héroe que los salvó. A partir de ahí, el protagonista debe huir de la ley, hacer nuevos aliados y probar que su estatura normal no le significa no ser ese valiente guerrero que todos recuerdan.
De esa forma transcurre El regreso de Gulliver, cuya trama se enreda en clichés de todo tipo. Como si fuera un bingo del cine animado, el film intenta completar todos los casilleros posibles (amor, peligro, amistad, batallas), pero la propuesta en su conjunto no encuentra identidad ni un eje que le permita al espectador zambullirse con entusiasmo en la historia.