Contrariando cualquier moda, "El regreso de Mary Poppins", de Rob Marshall, es una oda al musical más clásico y puro, con una Emily Blunt que brilla. El género musical debe ser la representación del Ave Fénix en el cine. Vive de picos de auge a prontas caídas, y cuando parece que ya está dejando de ser tendencia, vuelve a renacer.
El año pasado tuvo un glorioso retorno con el exitazo de "El gran Showman", película que no tardó en convertirse en un clásico instantáneo. ¿Cuál fue el secreto del film protagonizado por Hugh Jackman? La reversión del clásico musical con canciones originales en clave pop, hiper pegadizo, y cuadros musicales cercanos al videoclip.
Claramente una adaptación del género a los tiempos que corren. Exactamente un año después llega "El regreso de Mary Poppins", y los caminos eran dos. Perfectamente podía subirse a la nueva ola, intentar llegar a las nuevas generaciones con el estilo de "Glee" en la pantalla chica y "El gran showman" en la grande; o volver a los orígenes y ser fiel a su procedencia.
Debimos adivinarlo cuando el director escogido fue el experto en musicales Rob Marshall (Chicago, En el bosque), "Mary Poppins..." no solo toma, abraza el segundo camino; apegarse al clásico como si el tiempo no hubiese pasado. Algo similar había sucedido en otro género cuando en 2006 Bryan Singer presentó Superman regresa.
Contrariando toda moda, su hombre de acero tomaba cosas del film de Richard Donner, y de los cortos animados de Max Fleischer realizados en los años ’40. En ese entonces las aguas se dividieron, y es probable que esto vuelva a ocurrir. ¿"El regreso de Mary Poppins" es un film fácil de vender? No, pero eso no afecta a su maravilloso resultado. La historia es tan sencilla como práctica, y sirve para poner a todos otra vez en marcha.
Michael (Ben Whishaw) y Jane (Emily Mortimer), crecieron. Michel es viudo y tiene dos hijes. Los problemas comienzan cuando producto de una crisis financiera, Michael está por perder la casa familiar en la que ahora él vive junto a sus hijes. Un prestamista (Colin Firth) está dispuesto a rematar la vivienda con tal de cobrar su hipoteca, y cuenta con la asistencia de dos empleados, uno más decidido que el otro.
Todo se vuelve un caos, Jane tampoco sabe cómo ayudar, Michael se desborda entre los problema de dinero y su situación de estanco emocional que complejiza la crianza de los niños. Cuando se dice caos, ya se sabe quién viene a ayudar. Nuevamente desde el cielo con su paraguas, llega Mary Poppins, que ayudará a Michael y Jane a criar a los niños, hallar el lado positivo de la vida, y encontrarle solución a todos los problemas.
Todo es cuestión de creer, cantar, y bailar. Entre todo el asunto, el farolero Jack (Lin Manuel Mitranda) se amalgama en la historia y en la vida de los personajes como guía al espectador.
El guion de David Magee y la puesta de Marshall (que realiza, quizás, su mejor labor) se estructura a través de cuadros bien diagramados. Una vez que Poppins arriba llevará a toda la troupe a un recorrido que presentará distintos personajes en busca de una solución. Los musicales de Disney de los años ’60 son todo un subgénero aparte dentro del musical, y "El regreso de Mary Poppins" no pretende apartarse de ellos ni un poco, es un way back absoluto.
No falta nada, las canciones de corte clásico, como salidas de una pianola; la colorida y amable animación 2D fundida en el live action; el tono naif tanto en la historia como en la elección de vestuario, escenografía, y fotografía; el positivismo a ultranza. Las canciones, propias de un musical clásico, se funden en una puesta de estilo teatral inmensa, a todo trapo, al mejor estilo Broadway brillante.
La novedad de los efectos digitales serán utilizados a favor de la estética para que parezcan artesanales. Todo encaja sin salirse ni un milímetro. Emily Blunt se come la pantalla. Julie Andrews será recordada siempre como aquella Mary Poppins amable y dócil. Pero desde su primera escena, Blunt es Mary Poppins y logra que no extrañemos a la original.
La hace suya, es más cínica y apegada a la novela de P.L. Travers. La mirada pícara, cuasi endiablada de la actriz de "Un lugar en silencio", le viene perfecto a este personaje. Andrews y Blunt cada una son Mary Poppins, no se pisan, y tienen su lugar en nuestros corazones. Lin Manuel Miranda por fin tiene su gran oportunidad en la pantalla grande, y la aprovecha. Si el género regresa a la gloria, puede catapultarse como estrella fuerte.
A Colin Firth se lo aplaude, siempre. Su viillano es tan odioso como querible, dignísimo de esta propuesta. Whishaw y Mortimer (que no terminamos de entender por qué nunca despegó de los secundarios) también están muy bien el lo suyo, al igual que les niñes, adorables. También está Julie Walters, divertidísima; y la gran Meryl Streep tendrá su cuadro propio, quizás el mejor de la película. Esperen a ver a Dick Van Dyke y Angela Lansbury, es lo gloria.
Todo es una fiesta. "El regreso de Mary Poppins" es una film infantil, quizás para los niños de aquella época que ya no es la actual. En todo caso, toma el riesgo, y plantea el por qué no se puede llevar aunque sea por un rato a les niñez, nuevamente al terreno de la pura inocencia. Luego de que los productos infantiles transitaran un camino árido en el que a base de humor pop moderno se presentó el desangelado mensaje de no creer en cuentos de hadas,
"El regreso de Mary Poppins" nos dice que quizás no sea tan tarde. Aún si la película es difícil de vender al público infantil actual, el consumidor del musical clásico, que los hay, se sentirá a sus anchas, y por dos horas diez minutos, sentirá que le están devolviendo la magia que anhelaba. Si lo pensamos un segundo, la película tiene como regalos a Van Dyke, Lansbury, Streep y Walters; ni a una estrellita joven de Disney Channel.
Podemos decir que esta película es puro ritmo, agilidad, sin ser un torbellino, gracia, dulzura, y desborde de carisma. Al salir de la sala la sonrisa de oreja a oreja perdura por un rato largo y dan gana de, camino a casa, cruzarse con alguna flor o pajarito de animado color pastel ¿Tarea cumplida? ¡Oh sí!