Mary Poppins Regresa continúa una tendencia agotadora de los Estudios Disney de los últimos cinco años: es una remake disfrazada de secuela, que apunta a repetir éxitos pasados a costa de la nostalgia. El “calco” que resulta este film del original es su mayor curiosidad pero también su principal defecto: no hay nada nuevo aquí, y las escenas y manierismos que resultaban atractivos en el clásico con Julie Andrews, aquí se agotan y redundan demasiado rápido.
Rob Marshall, director de Chicago y Nine, sin embargo, es un director experto en musicales y hay que reconocer que las piezas funcionan (aún cuando no le llegan ni a los talones de las canciones del original). Las coreografías y puesta en escena no tienen nada que envidiarle al período clásico de Disney, y una bienvenida vuelta a los dibujos animados tradicionales presentan uno de los mejores momentos de la película. Pero no alcanza, porque todo se vio ya antes y mejor.
Emily Blunt es una de las mejores actrices de los últimos tiempos, y como tal encarna a Mary Poppins con respeto a Andrews y sin caer en la mera imitación: su impronta personal está por toda la película, y es acaso lo más rescatable del film. No corren la misma suerte algunos actores secundarios ni tampoco figuras desaprovechadas (Meryl Streep, fundamentalmente). La trama difiere en cuanto a la primera parte únicamente en que la historia simplemente avanzó una generación: la familia Banks vuelve a tener problemas, pero a Mary ahora le toca cuidar a los nietos del patrón original, ya no a sus hijos.
La apuesta segura de los Estudios Disney parece rendir muy bien económicamente, pero muestra un desgaste preocupante para la casa del Ratón Mickey: la fórmula termina irritando, culminando innecesaria, tal como pasó con el caso de La Bella y la Bestia, luego de la aceptada El Libro de la Selva. Quizás la razón se deba a que una remake funciona mejor cuando su fuente original era buena, aunque no perfecta (caso, una vez más, del mencionado ejemplo basado en el libro de Rudyard Kipling). Es esto último lo que para muchos fanáticos augura un futuro incierto y depara preocupaciones con la próxima El Rey León. Y posiblemente suceda lo mismo con La Sirenita, siguiente proyecto del director de esta ¿nueva? Poppins.