El caso de “Mary Poppins Returns” es uno que se suma a la larga lista de intentos por revivir productos exitosos de antaño con el objetivo de explotar el factor “nostalgia” de los fans/espectadores mayores y el de atraer a nuevas generaciones. Es por ello, que en estas situaciones suele apelarse a la remake o al reboot. El remake como lo indica su concepto en inglés tiene que ver con “rehacer” el producto original manteniendo la historia de base, actualizando el material a los tiempos que corren, aunque muchas veces se construyen películas que lo único que actualizan son sus aspectos técnicos o tecnológicos. Reboot es un “reinicio” donde se busca relanzar la saga, película o simplemente a un personaje buscando darle un comienzo fresco o nuevo a la historia, como ejemplo podemos poner a lo que hizo Sony con “Cazafantasmas” (2016), trayendo nuevos personajes que difieren de los originales pero que comparten el mismo universo ficcional e incluso varios de los aspectos que hicieron conocida a la franquicia.
Ahora bien, el caso de “Mary Poppins” es particular porque se presenta como la secuela del film original de 1964, pero busca relanzar la franquicia a las nuevas generaciones y de esta forma seguir en un futuro las aventuras de la niñera mágica más conocida del mundo. El problema de la cinta es que esta apela a lo que hicieron otras franquicias exitosas últimamente como por ejemplo “Jurassic Park” con la primera entrega de “Jurassic World” o “Star Wars” con “The Force Awakens”, donde repiten casi la totalidad de la fórmula del largometraje original con ligeros cambios para atraer a nuevos espectadores y al mismo tiempo explotar la melancolía de los fans de la primera hora. Debido a esto, estas secuelas se sienten como remakes disfrazadas, ya que repiten prácticamente el mismo argumento de la cinta original. Algunos han catalogado a estos productos como recuelas (como resultado de la mezcla de ambos conceptos) o soft reboots (reboots que apelan a no incluir cambios tan radicales).
La película cuenta la historia de Michael Banks (Ben Whishaw) y Jane Banks (Emily Mortimer), los niños de la primera parte ahora devenidos en adultos con problemas económicos que ya dejaron atrás la magia y la alegría de la infancia tras una trágica pérdida personal de Michael. En medio de todo el caos que tiene a Michael preocupado por la posibilidad de perder la casa familiar, aparecerá Mary Poppins (Emily Blunt), la niñera casi perfecta, con unas extraordinarias habilidades mágicas para continuar con sus enseñanzas y ahora dedicarse a los tres hijos de Michael. Y ella no vendrá sola sino que contará con la compañía de su amigo Jack (Lin-Manuel Miranda), un optimista farolero que ayuda a llevar la “luz” (y júbilo) a las calles de Londres. Como verán, la trama intenta continuar los acontecimientos de la primera cinta, no obstante lo hará desde una aproximación que busca la familiaridad de los eventos de aquel relato yendo a lo seguro. El personaje de Lin-Manuel Miranda es casi el mismo (y cumple la misma función) que el deshollinador compuesto por Dick Van Dyke en el ’64. Las secuencias musicales se desarrollan casi de la misma forma que en el film original, teniendo la nueva versión de “chim chim cher-ee” (“Chimchimenea” para los hispanohablantes) como leit motiv que abre y cierra la cinta. Luego, más adelante en el metraje tendremos un segmento donde Mary Poppins les enseña a los niños a divertirse ordenando, o la secuencia que combina live-action y animación 2D que recuerda a la famosa escena de “supercalifragilisticoespialidoso”, un cuadro que trae a los faroleros cantando por los techos como los viejos deshollinadores y varias cuestiones más como un banquero egoísta movido por la codicia compuesto por el enorme Colin Firth y una escena desopilante con Meryl Streep que recuerda a cuando la Mary Poppins de Julie Andrews y los niños flotan junto al tío Albert.
Vemos que hay mucha familiaridad, algo que condiciona un poco la experiencia de visionado, pero igualmente “Mary Poppins Returns” logra ser una digna secuela del clásico de Disney gracias a la interpretación de Emily Blunt (“A Quiet Place”), quien despliega su tremendo talento y carisma. No solo su Poppins consigue sostenerse por sí sola y hacer pie ante la comparación con la inolvidable interpretación de Julie Andrews que obtuvo el Oscar por ese papel sino que también capta la esencia del personaje a la perfección. Por otro lado, las secuencias musicales están muy bien coreografiadas y compuestas desde lo musical, al igual que todo lo referido a efectos especiales y visuales. El director Rob Marshall (“Chicago”, “Into The Woods”) quiso mantener el estilo icónico y estético de aquella primera aparición de Poppins y por eso se decidió a utilizar una animación en tradicional en 2D, que igualmente se presenta como un evento extraordinario y bien desarrollado a nivel técnico.
También cabe destacar el diseño de producción de la cinta y todo lo referido al vestuario y los decorados, resultando en una gran reproducción de la Londres de los años ’30, acompañados por un correcto desempeño de Dion Beebe (“Chicago”, “Collateral”, “Equilibrium”) en la fotografía.
En síntesis, si bien “El Regreso de Mary Poppins” presenta varios lugares comunes y la repetición de la formula exitosa de la primera parte, esta secuela consigue mantenerse gracias al excelente trabajo de Blunt en el rol principal, unos logrados números musicales, un buena estética marcada y varios homenajes a la cinta original. Un film para toda la familia que logra su fin de entretener y divertir a una nueva generación de niños y demostrar que el género musical aun no ha muerto. Una propuesta que probablemente pierda en la comparación con el film original por la repetición y la falta de innovación pero que igualmente se presenta como una digna secuela de un clásico.