El Reino: Políticos que respiran corrupción.
Escuchar que salen a la luz, sirve como disparador de este thriller político español, que nos pone en la piel de un funcionario intentando resistir todo el peso de la justicia, o hacer que sus colegas caigan junto a él.
El año pasado tuvo un buen paso por varios festivales, dejando buenas palabras por parte de la crítica internacional, pero sin dudas la gran carta de presentación de El Reino son las 13 nominaciones que tuvo en los premios Goya. Término galardonado en más de la mitad de esas categorías, pero lo mejor de todo es que la calidad de esta producción española se encuentra a la altura de tamaña recepción.
El film hace foco en una red de corrupción solidificada hace décadas en todos los niveles del gobierno español, poniéndonos en la piel de tan solo uno de los engranajes de la misma. La tranquila y ostentosa vida de su protagonista se ve interrumpida por una serie de escuchas que terminaran poniendo su carrera política en peligro. Su vida empieza a desmoronarse, dejándolo cada vez más desesperado en sus intentos por sostener su orgullo y estatus. Resiste un poco terminos como villanos o incluso anti-héroes, retratando la fragilidad moral que suele acompañar al poder.
La culpabilidad del protagonista en ningún momento se pone en duda, y más que intentar simpatizar su figura a los ojos del espectador El Reino se mantiene tranquilo, con la audiencia disfrutando y padeciendo a la vez la odisea de un hombre dispuesto a traicionar a sus más antiguas amistades. El resultado es una experiencia que logra mantener la tensión de forma casi constante durante las más de dos hora que dura la cinta. El ritmo del guion, la cuidada pero cruda cinematografía o la extraordinaria labor de montaje son los factores que se encargan de darle forma a un thriller del más alto vuelo y agraciado por el pulso experto de su director. Por supuesto vale la pena hacer un punto y aparte para destacar las tremendas actuaciones de todo el elenco, brindándole a la trama el semblante justo en cada uno de sus personajes.
Hoy en día es un milagro encontrarse con películas que no lleguen a las dos horas de duración, por lo que viene bien estando en vísperas de una película de Scorsese de más de tres, que nos encontremos con una experiencia que supere los 130 minutos de forma justa y apropiada. Aunque lo mejor seguramente es que después de tremendas dos horas, El Reino invierte lo que le queda en el tanque para una suerte de monólogos finales tan simples como efectivos.
No son muchas las ocasiones en que nuestro protagonista tiene un respiro durante la trama del film, por lo que el corte final a negro (sin entrar en ningun spoiler) sirve para que él y la audiencia finalmente puedan procesar, de la forma que puedan, una vida llena de grises y una de las mejores películas españolas de los últimos tiempos.