Batalla épica diminuta
El Reino Secreto cuenta con una excesiva cantidad de guionistas, ni más ni menos que cinco, para adaptar el libro del autor William Joyce, un especialista en historias para niños. Ya lo dice el refrán: muchas manos en un plato… Con este proyecto Chris Wedge vuelve a dirigir para el estudio Blue Sky Studios luego de las muy divertidas La Era de Hielo (2001) y Robots (2005). Pese al perfeccionamiento técnico de la animación computada y al impecable uso del 3D en Epic hay algo que no funciona evitando que uno se enganche con el argumento, nada original por cierto, y con sus personajes. Llámese empatía o interés genuino por el material, el asunto es que cuesta llegar al final de esta aventura fantástica que abreva en un sinfín de fuentes para desarrollar su línea argumental.
En lo profundo del bosque, ocultos a la mirada de los humanos debido a su mínimo tamaño, se enfrentan las fuerzas del Bien y del Mal. La adolescente M.K. (Amanda Seyfried para quien vea la copia en inglés) es transportada a ese mundo tras ser mágicamente miniaturizada y descubre a las criaturas de las que le hablaba su padre, un científico obsesionado con hallar a los pequeños guerreros que sostienen una guerra contra unos oscuros seres denominados Boggans. Variados personajes se le van presentando a M.K.: Ronin (Colin Farrell), el líder de los guardianes del bosque; la babosa Mub (Aziz Ansari) y el caracol Grub (Chris O''Dowd), relevos cómicos y posiblemente lo más rescatable del filme; el rebelde joven Nod (Josh Hutcherson), interés romántico para M.K.; la Reina Tara (Beyoncé Knowles) y el desagradable villano Mandrake (Christoph Waltz), entre otros. Como siempre hay un arco de transformación que se lleva a cabo en nuestra heroína mientras se desenvuelven los hechos. Aún con su tono más que lóbrego, en el que hasta se admite alguna que otra muerte, es obvio que el relato terminará bien para ella. En cambio, desconozco si ocurrirá lo mismo para el espectador promedio.
Con reminiscencias de la película FernGully: las aventuras de Zak y Crysta (1992), lo han confesado sus propios creadores, en El Reino Secreto hay acción más que suficiente, peripecias dramáticas de todo tipo y un conflicto doméstico secundario que gira en torno a la relación entre un padre y su hija; empero, cuando algo no resulta atrapante no hay forma de disimularlo. Hasta cuesta reconocer el sello de Danny Elfman en la estridente banda de sonido. Quizás sea una cuestión de sensibilidad pero lo cierto es que no puedo recomendar El Reino Secreto. No la disfruté ni por un segundo. Con tantos talentos involucrados, duele reconocerlo.