No cabe duda de que el 3D y la animación se han transformado en un matrimonio ineludible, especialmente cuando se trata de diseñar con la computadora. Esta fábula ecológica sobre la vida secreta de un jardín, plagada de invenciones de diseño muy bellas aunque demasiado elemental como relato es una prueba de cómo otorgarle credibilidad a un mundo completamente inventado. Aquí se trata de una adolescente “real” transportada a un universo donde lo natural está personificado y antropomorfizado, donde las fuerzas de la naturaleza luchan contra las de la polución, lo que implica transformar el dilema ecológico en uno moral. Más allá de algunas vueltas de tuerca y del desarrollo de la trama -que no pierde encanto al ser previsible sino, más bien, al contrario- es mucho más destacable el aspecto visual que el narrativo. Realmente el film está diseñado para que “entremos” y creamos en lo que nos muestra. El nombre original, Epic, remita a una escencia de relato y no engaña. Se trata de un espectáculo generoso que no carece de humor ni del elemento simpático que engancha a los más chicos, y su mayor lastre es, justamente, el aspecto didáctico.