Magia y color para un relato con moraleja
La batalla entre el Bien y el Mal, con la naturaleza en su conjunto como rehén, es el eje de la épica de El reino secreto , una admirable película de animación que tiene como director al responsable, ni más ni menos, que de La era de hielo.
Con todo el dinamismo, magia y abundancia de color de los que es posible el cine a partir de la combinación de computación y animación real, se presenta este relato con moraleja ecologista y científica; que enseña a tomar conciencia sobre la devastación de los bosques primarios, de los suelos nativos que guardan en sus entrañas la simiente y cimiento de la vida, y a reconocer la labor de quienes dedican su existencia al estudio y por el bien común.
El reino secreto cuenta acerca de Mary Katherine, una jovencita de 17 años que decide regresar al hogar de su infancia, en lo profundo de un bosque, donde aún reside su padre, el Doctor Bomba.
El hombre es un científico que lleva ya mucho tiempo tratando de probar la existencia, en territorio virgen, de una comunidad de seres pequeños, una cultura evolucionada que vela por la integridad de la naturaleza.
Convencido de sus sospechas, este estudioso ha llegado a aislarse del mundo que lo cataloga de demente; incluso de su propia mujer e hija, quienes hace rato decidieron partir hacia "la civilización".
Apenas arribada, MK --como se hace llamar la muchacha-- advierte que en su casa paterna el tiempo parece detenido y que lo único avanzado es la obsesión de su padre por probar su teoría.
Y no está errado. Cada siglo, la reina de ese mundo secreto a los ojos humanos tiene oportunidad de elegir un capullo que la suceda en su liderazgo y renueve el ciclo de la vida.
El cambio está a punto de suceder, y la escéptica MK terminará siendo testigo y protagonista, junto con un caracol y una babosa inexplicables; un joven rebelde; y el comandante fiel de un ejército de hombres hoja que cabalgan sobre colibríes, luego de luchar contra los infaltables malvados que buscan convertir al mundo en un reino de oscuridad.
Vista en 35 milímetros la película es una maravilla de belleza y color, para una historia de aventuras conocida pero renovada por un guión bien armado y narrado. En 3D, se convierte en una experiencia emotiva, con la extra --en cualquiera de los dos casos-- de ofrecer un puntapié para conversar con los chicos y poner en valor la propia convicción, la vocación, el estudio, los afectos, el cuidado y respeto por uno mismo, los demás y el entorno que todos habitamos.