Ambientada alrededor del año 1820, la película nos cuenta la historia de Hugh Glass, interpretado por Leonardo DiCaprio. Glass forma parte de un grupo de exploradores en la búsqueda de animales y sus pieles en territorio indio. Ahí se ven perseguidos y atacados por los nativos, y se ven obligados a adentrarse en la espesura de los bosques para salvar sus vidas. En medio del camino, Glass se ve atacado por un oso grizzly que intenta proteger a sus crías. El hombre sale victoriosos del enfrentamiento, pero al borde de la muerte. Incapaz de seguir adelante, el capitán Henry (Domhnall Gleeson) le paga al mercenario John Fitzgerald (Tom Hardy), a un jóven y al hijo nativo de Glass, para que se queden con él para que tenga una muerte digna. Predeciblemente, a Fitzgerald no le importa Glass, sino el dinero, por lo que deja tirado en una zanja y mata al hijo de Glass. Luego de esto, Glass va a hacer todo lo posible para conseguir vengar a su hijo, a pesar de que todas las probabilidades estén en su contra.
Este podría definitivamente ser el año y la película que le den el tan ansiado Oscar a Leo DiCaprio. Su actuación es muy buena, a pesar de que no es una actuación convencional, sino una reacción ante el sufrimiento y las condiciones adversas. El personaje de Domhnall Gleeson se destaca con su bondad entre los actores secundarios, pero es el maestral papel villano de Tom Hardy el que se roba la película. Interpretación que le valió una nominación a mejor actor secundario en estos Oscars 2016, nos muestra a un mercenario desalmado y manipulador. La agresividad de su actuación completa un estilo que viene construyendo desde hace años con personajes como Max Rockatansky (Mad Max), Bane (Batman), Charles Bronson (Bronson) y Tommy Conlon (Warrior), pero sin dejar de lado diferentes tamices que diferencian y hacen únicos a cada personaje.
El director Alejandro Iñarritu es parte de una cepa diferente de directores. El mexicano inició su carrera magistralmente con Amores Perros (2000), siguiendo con 21 Gramos (2003), Babel (2006), Biutiful (2010), y Birdman (2014); una película mejor que otra, siempre diferente, siempre innovando, manteniéndose diferente y fresco en cada producción. Y El Renacido sigue ese camino. El director decidió usar escenarios reales en vez de pantallas verdes para tener actuaciones e iluminación reales (ambas dieron resultados con creces). Sí, el film tiene ciertos efectos especiales -no le podemos pedir a DiCaprio que pelee con un oso real, o a los extras que peleen con armas reales- pero pasan totalmente desapercibidos por su sutileza.
Lo más destacado de la película es la fotografía y el trabajo de cámara de Emmanuel Lubezki (Gravedad, Birdman, Los Hijos del Hombre). Continuamente nos vemos embelesados con tomas extraordinarias que desafían nuestro capacidad de entender el cómo, pero definitivamente entendiendo el porqué. Tán sólo tomemos como ejemplo el plano secuencia de batalla con el que abre la película: una obra maestra digna de ser enseñada en escuelas de cine.
Más allá de todos lo halagos que le puedo hacer al film, tiene algunas cosas que no terminan de encajar. Las escenas de los flashbacks/sueños están llenas de clichés, y me pareció que tuvo una duración excesiva que terminó diluyendo el impacto de un final totalmente predecible.
Puntaje: 8 – La combinación de elementos hacen que esta película destaque fuertemente del resto, pero como muchas películas hoy en día, la duración les juega en su contra.