El frío en todas sus formas
La nueva película de Leonardo DiCaprio, Revenant: El Renacido, nominada al Oscar, traza un camino diferente al de las anteriores películas de Alejandro González Iñárritu, director del film. Allí, la estrella de Hollywood es líder en una expedición de caza de animales para obtener sus pieles. Pero no todo sale como estaba planeado.
Alejandro González Iñárritu quiere su segundo Oscar consecutivo y no oculta ese deseo. Al menos ese parece haber sido el principal motivo para dirigir “Revenant: El renacido”, tras haberse llevado todos los laureles con su experimental pero aclamado “Birdman”.
En la helada tundra de América del Norte, a fines del siglo XIX, Hugh Glass (Leonardo DiCaprio) es líder en una expedición de caza de animales para obtener sus pieles, pero una emboscada de los nativos Arikara mata a muchos hombres de su equipo. Los sobrevivientes logran escapar pero en pleno retorno un oso pardo enorme lo ataca y lo despedaza pero no logra matarlo. Es encontrado por sus compañeros que deben decidir si llevarlo con él con la esperanza de que sobreviva o abandonarlo en el impiadoso invierno a que la naturaleza termine el trabajo del oso.
Fitzgerald (Tom Hardy), un cazador contratado por la compañía con amor solo por él mismo, hará todo lo posible por matarlo para que no sea una carga para el grupo (mejor dicho sus propios intereses) y tras una situación límite, escapa y lo deja inmovilizado y sin chances de sobrevivencia. Sin embargo, Glass “renace” y decide tomar revancha de Fitzgerald.
Lo que parecía ser una historia de autoconocimiento (nacer de nuevo) termina siendo un policial de venganza en tiempo de colonia. La primera parte del filme se encarga de atraer la atención hacia Glass para que no perdamos de vista que es el protagonista, obligándonos a creer en el héroe, a pesar de las subhistorias que no aportan nada y hunden “El renacido” en el divague de cómo se conectarán esos relatos al principal.
Casi sin líneas de libreto (DiCaprio habla poco y nada) a pesar del guión, “Revenant” traza un camino diferente al de las anteriores películas de Iñárritu, muchas veces complejas pero con un cierre estricto, como sucede en “Babel”, o con un desenlace onírico pero un transcurso complejo, tal es el caso de “Birdman”.
En “Revenant” los caminos son inconclusos y por ello queda un tufillo a pretencioso, a pesar de sentir que vimos una buena (no gran, tan sólo buena) película con la gran actuación de Leo y Tom Hardy.