Llega a nuestras salas “Revenant: El Renacido”, la más reciente realización del mexicano Alejandro Iñárritu protagonizada por un torturadísimo Leonardo Di Caprio. Parcialmente basada en la novela homónima de Michael Punke, “Revenant” se centra en la historia de Hugh Glass (Di Caprio), un norteamericano envuelto en el mercado de pieles quien, junto a su hijo mestizo, se encuentra en medio de una travesía mercantil por los inclementes bosques que rodean el Río Missouri.
Luego de ser violentamente atacado por un oso y casi perecer a causa del mismo, Glass se ve imposibilitado de seguir adelante y su moribundo cuerpo (y suerte) queda a cargo de tres de sus hombres. Sin embargo la naturaleza humana también le jugará una mala pasada y lo que aparentaba ser un mero “viaje de negocios”, se termina convirtiendo en una odisea de venganza y redención pocas veces vista.
Si bien el contexto histórico no está enteramente explícito (se presume que la historia sucede en las primeras décadas del siglo 19), el mismo no es relevante para la comprensión de la trama ya que sus temas (el amor, la supervivencia, la venganza, la muerte y la redención) son tan básicos como nuestros instintos primarios.
Un paisaje inigualable sumido en un aterido invierno sirve como marco ideal para explorar dichas cuestiones y a su vez jugar con la dualidad de naturaleza vs humano inherente a cualquier historia de tales características. Otro aspecto interesante que se explora en un plano más secundario es el imperialismo, ya que está ligado a la historia personal de Glass y a varios de los personajes que van a apareciendo, y las consecuencias del mismo. Es destacable como en una escena clave aparece la frase en francés “todos somos salvajes” sobre todo considerado que dicho idioma -en esa época- era considerado sinónimo de cultura y sofisticación.
Filmada parte en Canadá y parte en la Patagonia Argentina, el ambiente juega sin dudas un rol protagónico en la historia de Glass y la inmersión del espectador en el mismo es tal que la experiencia se siente más que real. La combinación de las actuaciones con la exquisita filmación hacen que cada helada, zambullida y noche al interperie se sufra en carne propia. Y si hay algo que probablemente le sobre a la película es eso, sufrimiento. Se entiende que la historia sea cruda y que el personaje de Di Caprio la pase mal (quizás un poco peor de lo que se cuenta en la novela) pero llega un momento en el que ya resulta demasiado. La extensa longitud del metraje ayuda a que esto suceda y la crudeza de algunas escenas se remontan al estilo del Iñarritu de “Amores Perros“.
Si hay algo en particular para destacar de esta película es la dirección, no solo por la calidad visual del producto terminado sino por el trabajo fuera del mismo también. La manera en la cual el mexicano dirige a su equipo se traslada a los aspectos técnicos y actorales los cuales -indudablemente- vienen de la mano de un gran equipo de producción y elenco. La fotografía a cargo de Emmanuel Lubezki es suprema y el hecho de que haya utilizado íntegramente luz natural ayuda en un 100% a la construcción del ambiente. Las actuaciones son igualmente destacables, desde los actores protagónicos (Leonardo Di Caprio y Hardy) hasta aquellos que ejercen un rol menor, pero no por eso menos importante, que incluyen a Domnhall Gleeson (“Star Wars: El despertar de la fuerza“, “Brooklyn” y “Cuestión de Tiempo“) y Will Poulter (“Maze Runner“).
Con unas 2 horas y media de metraje, “Revenant: El renacido” se hace por momentos larga y cruenta, la actuación magistral de Leonardo Di Caprio da cuenta del espíritu inquebrantable del protagonista pero quizás en este caso la ficción se torna demasiado real e insufrible. Indudablemente es una película para ver en cine hecha por gente que ama el cine pero eso sí, hay que verla sabiendo ésto: la tortura física y mental no acaba hasta el minuto final.