El cine llegó para quedarse. Los aristócratas más queridos están de vuelta en la pantalla grande, esta vez con una historia llena de drama y humor, pero ante todo, con un tema ineludible como protagonista: la inevitabilidad del paso del tiempo. Luego de una exitosa primera entrega cinematográfica, que recaudó más de 190 millones de dólares a nivel mundial, los personajes creados por Julian Fellowes vuelven (con su elenco original) para invadir los corazones de los fans con mucho glamour y nostalgia. Se acerca el fin de la década del ’20 y, tras haber sido anfitriones de nada más y nada menos que el Rey y la Reina de Inglaterra, los Crawley se preparan para recibir el futuro: el rodaje de una película en la mismísima Downton. Mientras la familia espera con pesadumbre la partida de la matriarca Violet Crawley (Maggie Smith), Mary (Michelle Dockery), la heredera y capitana de la fortuna, decide hacerse cargo de lo que implica recibir una producción cinematográfica en la casa. Mientras tanto, Robert (Hugh Bonneville) y compañía emprenden un viaje a la riviera francesa, luego de la noticia de una misteriosa herencia otorgada a su madre de parte de un fallecido noble francés. Tal como sucedió a lo largo de la serie, los personajes más longevos (entre ellos la Condesa Violet y Carson, el ex mayordomo) son quiénes se aferran a glorias pasadas y se resisten a las novedades que el futuro les depara. En este caso, se comienza explorando la idea de permitir que extraños merodeen por los pasillos de la gran casa a cambio de dinero, aunque sea esta recaudación lo que los ayude a mantener Downton en pie. Si tenemos en cuenta que una situación similar fue lo que permitió que la serie (y sus secuelas cinematográficas) pudieran filmarse en el Castillo Highclere de Inglaterra, nos encontramos ante el primero de muchos guiños (no tan) sutiles y meta que van a aportar un poco de picante al guion. Bailando con las estrellas Bajo la excusa del rodaje y la llegada de los integrantes del elenco y producción de “The Gambler” a Downton, Fellowes se nutre de su afamada Gosford Park (2001) y de uno de los conflictos centrales de Singing in the Rain (1952), para introducir el glamour de Hollywood a los salones de esta gran casa señorial. Y demostrar así que, muchas veces -y sobre todo cuando hablamos de celebridades- no todo lo que brilla es oro. Si bien el comienzo de la película se siente por momentos tosco y con escenas poco orgánicas, la historia va encontrando su balance conforme pasan los minutos. El desdoblamiento de la trama y los personajes en distintas locaciones ayuda a que se construya una armonía que va a perdurar hasta el final de la película. Eso sí, los que nunca vieron la serie o siquiera la primera entrega en cines, probablemente se pierdan muchos easter eggs y sutilezas que están claramente incluidas para satisfacer a los fans de antaño. La complicidad entre la Sra. Patmore y su ayudante Daisy está presente como desde el primer día en que las vemos interactuar en la cocina de los Crawley y, en general, son los personajes femeninos de la película los que se llevan los mejores momentos del guion. El elenco de la serie se luce con los personajes que ya viene construyendo desde hace años y la química que se genera con las nuevas incorporaciones en esta película (Hugh Dancy, Dominic West y Laura Haddock) es tan buena que dan ganas de verlos interactuar al menos una vez más. Dejando de lado el comienzo medio torpe y olvidándonos de que el guion reboza de first world problems (a los que ya nos tienen acostumbrados), Downton Abbey: A New Age (2022) es la prueba de que Fellowes (creador y guionista) conoce muy bien a su público y aprovecha el carisma de todos sus personajes en pantalla, para contarnos una historia con una temática central que sigue resonando en el presente. El cine llegó para quedarse en Downton Abbey y nuestras vidas. Y la misma Downton ¿seguirá escribiendo un futuro en el cine?
A poco más de un mes del estreno de Avengers: Endgame llega Capitana Marvel al cine y, con ella, la dosis necesaria de acción y justicia (poética) que estábamos esperando. La película nos lleva a recorrer junto a Carol Danvers (también conocida como Vers o Capitana Marvel) su historia de origen, una historia fragmentada y por momentos difusa (al menos para su protagonista). Carol llega a la Tierra con una clara misión en mente: ponerle fin a la tiranía de los Skrull, una raza alienígena que se dedica a saquear, masacrar y conquistar distintos pueblos. Pero no todo es tan sencillo como parece y, tras cruzar camino con el agente de SHIELD Nick Fury, nuestra capitana deberá enfrentarse a una realidad mucho más compleja de lo que esperaba. Si bien la trama es muy entretenida, con la dosis de humor y acción necesaria, vale la pena destacar la construcción del relato a través de los personajes. Brie Larson hace un trabajo impecable dándole vida a Carol Danvers, la primera heroína marvelita en encabezar una película del MCU. ¿Bastante tarde? Sí pero también seguro. Contrario a lo que muchos suponían (en base a escenas que se mostraron en los distintos tráilers y adelantos), la capitana es un personaje fresco, carismático y, por sobre todo, muy poderoso. Y, a su lado, nos encontramos con otros dos roles femeninos fundamentales para el crecimiento de nuestra protagonista, María Rambeau, su mejor amiga y compañera de aventuras y la Dra. Lawson, su mentora. Juntas, este trío de féminas nos demuestra que el poder y la fuerza está en la unión, en la hermandad. A diferencia de otros relatos fílmicos encabezados por mujeres, ni Carol, ni ningún otro personaje femenino en la trama necesita de la aprobación del resto ni de la mirada masculina para seguir adelante con su misión y su vida. Un mensaje clave y muy acertado, teniendo en cuenta los tiempos que corren y la conquista de mayor espacio para heroínas de acción en nuestras pantallas y en nuestras vidas. Otro elemento a destacar es la ambientación en los noventa, con pequeños y memorables tributos a esa década, un vestuario que le va como anillo al dedo a Carol y una selección musical que acompaña de manera exquisita el espíritu de la época. En definitiva, Capitana Marvel es una película muy necesaria no solo para el MCU, sino para ayudar a seguir construyendo un canon de heroínas de la cultura popular que derriben mitos y estereotipos, ya sea arriba de una nave espacial, peleando junto a otros héroes o salvando al mundo de la mano de su mejor amiga y su gato.
Se estrena en nuestro país “Volando Alto” (“Eddie the Eagle”), una historia de intentos, fracasos y triunfos protagonizada por Taron Egerton y Hugh Jackman que promete arrancar varias risas apenas empañadas por algunas lágrimas que el relato amerita. Basada en la historia real de Eddie “el águila” Edwards, esta película simple pero de corazón grande hace que cualquier libro de autoayuda se quede corto a la hora de poner en palabras el espíritu de su protagonista. “Volando alto” se centra en la búsqueda incansable del sueño de este joven británico de clase media quien no para de repetirle al mundo (así se trate de su padre, autoridades deportivas de su país o sus propios impedimentos físicos) que podrá y será un atleta olímpico en algún momento de su vida. Dexter Fletcher, más reconocido por su carrera actoral que por sus trabajos como director, se cargó al hombro esta adaptación cinematográfica y, siguiendo de manera formulaica los estadíos que una historia de estas cualidades suele tener, logra un resultado agradable, para nada pretencioso pero no por eso menos disfrutable. La dupla protagonista está compuesta por Taron Egerton (más conocido por su labor en “Kingsman“) en la piel de Eddie Edwards y Hugh Jackman (“X-Men“) como Bronson Peary, un ex deportista que termina haciendo las veces de mentor/entrenador de Eddie. Si bien vale aclarar que Peary es un personaje ficticio creado para éste guión, el hecho de que la película entremezcle un poco las historias de ambos personajes ayuda a quitarle solemnidad y dramatismo, brindándole el toque de camaradería necesario. Las actuaciones están bien, nadie sorprende ni aburre: Egerton hace una labor prolija y Jackman se limita a su papel sin mucho que ofrecer. La ambientación ochentosa está muy bien lograda mediante la paleta de colores elegida, la producción y la música, aunque por momentos se perciba un abuso de sintetizadores en escenas claves de la trama. “Volando alto” es un combo entremezclada con “Little Miss Sunshine” y “Jamaica bajo cero“, la premisa está bien, cumple pero sin embargo no enamora. Su director y guionistas apuntaron a algo sencillo y se nota, no hay mucha ambición, escenas de más ni planos equivocados. El camino de nuestro héroe es seguido de manera puntillosa (casi en demasía) y hay tomas que ciertamente hacen que sintamos exactamente lo mismo que Eddie: vértigo y emoción en dosis necesarias. Ideal para mirar un sábado a la tarde, cafecito en mano y abuela en butaca contígua. La historia de Eddie “el águila” Edwards aterriza en nuestras salas y será cuestión de ver si se trata de un aterrizaje forzoso, pasajero o si realmente bajará para quedarse.
Llega a nuestras salas “Revenant: El Renacido”, la más reciente realización del mexicano Alejandro Iñárritu protagonizada por un torturadísimo Leonardo Di Caprio. Parcialmente basada en la novela homónima de Michael Punke, “Revenant” se centra en la historia de Hugh Glass (Di Caprio), un norteamericano envuelto en el mercado de pieles quien, junto a su hijo mestizo, se encuentra en medio de una travesía mercantil por los inclementes bosques que rodean el Río Missouri. Luego de ser violentamente atacado por un oso y casi perecer a causa del mismo, Glass se ve imposibilitado de seguir adelante y su moribundo cuerpo (y suerte) queda a cargo de tres de sus hombres. Sin embargo la naturaleza humana también le jugará una mala pasada y lo que aparentaba ser un mero “viaje de negocios”, se termina convirtiendo en una odisea de venganza y redención pocas veces vista. Si bien el contexto histórico no está enteramente explícito (se presume que la historia sucede en las primeras décadas del siglo 19), el mismo no es relevante para la comprensión de la trama ya que sus temas (el amor, la supervivencia, la venganza, la muerte y la redención) son tan básicos como nuestros instintos primarios. Un paisaje inigualable sumido en un aterido invierno sirve como marco ideal para explorar dichas cuestiones y a su vez jugar con la dualidad de naturaleza vs humano inherente a cualquier historia de tales características. Otro aspecto interesante que se explora en un plano más secundario es el imperialismo, ya que está ligado a la historia personal de Glass y a varios de los personajes que van a apareciendo, y las consecuencias del mismo. Es destacable como en una escena clave aparece la frase en francés “todos somos salvajes” sobre todo considerado que dicho idioma -en esa época- era considerado sinónimo de cultura y sofisticación. Filmada parte en Canadá y parte en la Patagonia Argentina, el ambiente juega sin dudas un rol protagónico en la historia de Glass y la inmersión del espectador en el mismo es tal que la experiencia se siente más que real. La combinación de las actuaciones con la exquisita filmación hacen que cada helada, zambullida y noche al interperie se sufra en carne propia. Y si hay algo que probablemente le sobre a la película es eso, sufrimiento. Se entiende que la historia sea cruda y que el personaje de Di Caprio la pase mal (quizás un poco peor de lo que se cuenta en la novela) pero llega un momento en el que ya resulta demasiado. La extensa longitud del metraje ayuda a que esto suceda y la crudeza de algunas escenas se remontan al estilo del Iñarritu de “Amores Perros“. Si hay algo en particular para destacar de esta película es la dirección, no solo por la calidad visual del producto terminado sino por el trabajo fuera del mismo también. La manera en la cual el mexicano dirige a su equipo se traslada a los aspectos técnicos y actorales los cuales -indudablemente- vienen de la mano de un gran equipo de producción y elenco. La fotografía a cargo de Emmanuel Lubezki es suprema y el hecho de que haya utilizado íntegramente luz natural ayuda en un 100% a la construcción del ambiente. Las actuaciones son igualmente destacables, desde los actores protagónicos (Leonardo Di Caprio y Hardy) hasta aquellos que ejercen un rol menor, pero no por eso menos importante, que incluyen a Domnhall Gleeson (“Star Wars: El despertar de la fuerza“, “Brooklyn” y “Cuestión de Tiempo“) y Will Poulter (“Maze Runner“). Con unas 2 horas y media de metraje, “Revenant: El renacido” se hace por momentos larga y cruenta, la actuación magistral de Leonardo Di Caprio da cuenta del espíritu inquebrantable del protagonista pero quizás en este caso la ficción se torna demasiado real e insufrible. Indudablemente es una película para ver en cine hecha por gente que ama el cine pero eso sí, hay que verla sabiendo ésto: la tortura física y mental no acaba hasta el minuto final.
“Alguien aquí no es quien dice ser…” declara John “the hangman” Ruth (Kurt Russell) y se siente como si el mismísimo Tarantino le estuviese dedicando esa línea al responsable de filtrar primero el guión y, posteriormente el screener de su octavo film “The H8ful Eight” (“Los ocho más odiados”). Luego de varias idas y vueltas, una supuesta cancelación y numerosas polémicas a su alrededor, llega a nuestras salas esta producción que prometía ser la 8º maravilla en la carrera del director pero que lamentablemente se queda en el camino. Años después de la guerra civil norteamericana, nos encontramos con un paisaje poco alentador en el crudo invierno de Wyoming. Un plano general de dicho entorno con un crucifijo parcialmente cubierto de nieve, una tormenta que empeora a cada minuto y un viaje a Red Rock en carreta junto al cazarecompensas John Ruth y su prisionera Daisy Domague funcionan como introducción al 1º capítulo de la historia. Obviamente nada sale de acuerdo a lo esperado y el viaje se ve interrumpido cuando otros dos pasajeros Major Marquis Warren y el supuesto Sheriff Chris Mannix piden ayuda para llegar al destino final. En este 1º capítulo Quentin se toma su tiempo en el desarrollo de la presentación y no es hasta la llegada a la hostería de Minnie que las cosas comienzan a tomar forma (de seso). Las inclemencias climáticas hacen obligatoria la parada en dicho lugar y es aquí en donde el resto de los personajes (y asperezas) comienzan a surgir. “Los ocho más odiados” cuenta con todos los elementos que conforman una clásica película de Tarantino pero de alguna manera, la interacción e integración de los mismos no logran la naturalidad que sus antecesoras sí lograron, en particular “Perros de la Calle”. La historia arranca de lo general a lo particular, vamos del exterior al interior de manera progresiva y luego la interacción de los personajes se ciñe a las cuatro paredes de una cabaña (una habitación, tal como en Perros). Existen diálogos tenaces pero quizás no tantos como en otras historias (lo cual puede llegar a atribuirse a la clase de personajes a los cuales nos vemos enfrentados), la política vuelve a ser tema central en la dialógica de varios huéspedes y es el elemento más interesante que une -y divide- a los mismos. Si bien la trama se entiende sin necesidad de acarrear un contexto histórico, el conocer los hechos que la preceden y ciertos términos que se mencionan en repetidas oportunidades, ayudaría a disfrutar un poco más de su contenido. Y esa es quizás una de las fallas de esta película, por momentos sobran explicaciones acerca de determinadas situaciones y por momentos faltan. La división de la trama en capítulos se hace totalmente innecesaria y la inclusión de una voz en off llegando casi al final de la película altera considerablemente el ritmo de la misma. A pesar de estar protagonizada por un elenco de grandes como Kurt Russell, Samuel L Jackson, Jennifer Jason Leigh, Tim Roth y Bruce Dern entre otros, los personajes presentados no logran empatizar con la audiencia y, para la mitad de la película, el destino de los mismos resulta importar poco. Es destacable la labor Dern (“Nebraska“) quien con pocas lineas y mucha expresión logra transmitir todo y más. Roth encanta con un acento británico exquisito pero su personaje se asemeja demasiado al entrañable Dr. Schultz de “Django desencadenad0” y es aquí en donde se entiende que Quentin está cada vez más sumido en su propio (y caprichoso) mundo. Filmada en unos gloriosos 70 mm (que no lograremos ver en nuestras salas) “Los ocho más odiados” es visualmente brillante, la fotografía y los planos son exquisitos y vienen acompañados de un score a la medida por parte de Ennio Morricone. Sin embargo tanto esplendor sensorial parece compensar una carencia de contenido y el exceso gore al cual nos vemos expuestos. Quizás muchos argumenten que dicho exceso es una marca registrada de Tarantino y si bien la violencia siempre tuvo lugar en sus narraciones, su tratamiento siempre fue mucho más “medido” y acertado. Éste no resulta ser el caso. Para los amantes del género y los seguidores de Tarantino “Los ocho más odiados” merece ser vista en cine pero vayan sabiendo que no es una de sus obras maestras sino más bien su vástago caprichoso.
“PIXELES”: LA REVANCHA DE LOS GAMERS Este jueves estrena “Píxeles” un film que, bajo la dirección de Chris Columbus y el protagonismo de Adam Sandlerr, intentará captivar tanto al público pequeño como a los más grandes. Todo comienza allá por 1982 cuando Brenner y Cooper, dos amigos de barrio en plena adolescencia asisten a la inauguración de un local de videojuegos en su Washington natal. Es así como, con el correr de las fichas, estos púberes descubren su pasión (y su talento) por los -ahora clásicos- juegos de arcade. Brenner incluso llegará a competir en la final del campeonato mundial de arcade, solo para perder ante el afamado Eddie. Varios años más tarde y un par de sueños truncos luego, nos volvemos a encontrar con la versión “adulta” de estos muchachos interpretados por Adam Sandler (Brenner) y Kevin James (Cooper) quienes, junto a un peculiar conjunto de personajes, deberán salvar a la humanidad de una inminente invasión (y posible exterminación) alienígena. La trama no se destaca por su originalidad y, a la previsibilidad del guión, tendríamos que sumarle los chistes fáciles y gags sobre sexo que suelen ser moneda repetida en -casi todos- los films protagonizados por Sandler. El elenco reúne nombres interesantes entre ellos Michelle Monaghan, Peter Dinklage y Sean Bean pero ninguno se destaca por brindar una actuación o participación que amerite una mención especial. Las referencias culturales musicales y “gamers” son uno de los puntos fuertes de la película y ayudan, junto con su banda sonora, a sobrellevar una película que, de otra manera, pasaría sin pena ni gloria. Son destacables también los efectos visuales en los cuales se apoya fuertemente el film y que -por momentos- resultan más protagonistas que los humanos en cuestión. Con una historia muy predecible aunque por suerte bastante ágil, “Pixeles” intentará cautivar a los espectadores más chicos a través de sus coloridos e innovadores efectos y aquellos adultos que hayan invertido algunas o varias horas de su vida escapando de los fantasmitas en el Pacman, derribando naves espaciales en el “Space Invaders” o simplemente acomodando obsesivamente piecitas en el Tetris. Para ver con pochoclos o nada.
"Ant-Man: trabajo de hormiga" El Universo Cinemático de Marvel sigue expandiéndose para el placer de todos sus seguidores y esta vez incorpora al superhéroe más pequeño… pero no por ello menos potente. Llega a nuestros cines “Ant-Man: el Hombre Hormiga”, la nueva película producida por Marvel y encabezada por el simpatíquisimo Paul Rudd junto a Evangeline Lily y Michael Douglas. La historia comienza cuando Scott (Rudd) sale de prisión, tras cumplir una condena por robo, con la intención de recuperar poco a poco su vida y por sobre todo a su hija. Sin embargo, nada ocurre de acuerdo a lo esperado y su única esperanza será formar parte de un plan “aparentemente” descabellado ideado por el doctor Hank Pym ( Douglas). Con una historia bastante apegada a la formula, pero no por eso menos entretenida, “Ant Man” comparte el podio de la comedia, acción y buena música que también supieron entregarnos los “Guardianes de la Galaxia” el año pasado. Si bien el guión no brilla por su originalidad, ya que cae en bastantes lugares comunes y todos los estereotipos posibles están presentes en la película, el ritmo ágil (y por momentos noventoso) de la trama hacen que se viva como una experiencia aventurera de otros tiempos. La película entrega todo lo que promete: Personajes amistosos (y otros no tanto), risas y acción en gran medida. Paul Rudd hace un muy buen trabajo llevando a cuestas este pequeño gran héroe y sus compañeros de elenco están a la talla de la historia. Una correcta Evangeline Lily encarna a la no muy simpática Hope van Dyne, quien probablemente vuelva a incurrir en el universo marvelita, Michael Douglas hace un trabajo muy respetable y finalmente tanto el villano como los amigos/secuaces de Ant-Man ayudarán a mantener a flote las desventuras de este nuevo superhéroe cinematográfico. El público que va a ver Ant-Man sabe qué esperar y eso es exactamente lo que se reflejará en la pantalla: una película de Disney-Marvel antes que nada (sí, en ese orden), risas, acción ATP y las infaltables conexiones con las venideras “Capitán América: Civil War” y “Avengers: Infinity War”. Como siempre, Stan Lee hace su cameo estelar y la escena post-creditos nos brindará más data acerca del futuro de Scott y su alter-ego. Para disfrutar con pochoclos, no así con hormigas fritas.
"IntensaMente: de humanos y emociones" En una era cinematográfica de formulas repetidas, superhéroes por doquier y precuelas (y secuelas) a la orden del día, llega “Intensa-mente”, una bocanada de aire fresco para adultos y niños de la mano de Disney/Pixar. Desde hace ya dos décadas, la empresa de la lamparita se calzó al hombro la producción de las películas animadas más emblemáticas de los últimos tiempos y, con este nuevo estreno, imponen su estilo y magia indiscutible una vez más. “Intensa-mente” es quizás una de las propuestas más originales en materia de cine mainstream ya que la historia no está protagonizada ni por humanos ni por animales sino que en este caso, los humanos sirven como el escenario para mostrar a las verdaderas estrellas del film: las emociones. La película comienza cuando Riley, de tan solo 11 años, se muda con sus padres a San Francisco y debe comenzar una nueva vida en esta nueva ciudad. Como es de esperarse, la adaptación no es nada fácil y mientras Riley intenta comprender cómo sobrevivir en una nueva casa, un nuevo colegio y a nuevas amistades, sus emociones (Alegría, Temor, Desagrado, Tristeza y Furia) se ponen en campaña para ayudar a la niña en este proceso que resulta ser, muchísimo más complejo de lo que parece. La premisa de la película es muy interesante y está narrada de manera tal, que tanto adultos como niños (cada uno dando cuenta de los distintos niveles de interpretación que ofrece la historia) van a poder disfrutarla al máximo. En su versión original en inglés Amy Poehler le presta su voz a Joy (Alegría) mientras que Diane Lane y Kyle MacLachlan son los encargados de darles voz y voto a los padres de Riley. Con una claridad visual despampanante, Pixar demuestra su crecimiento como generadora de efectos animados y se posiciona a la vanguardia del mercado. Los colores, texturas, brillos y matices son sin duda los personajes secundarios por excelencia y una de las razones que hacen de este film un joyita para ver en pantalla grande. “Intensa-mente” se perfilaba como uno de los grandes estrenos del año y ciertamente lo es. Ya sea que la vayas a ver por elección propia o haciéndole la gamba a algún niño de la familia (que todos sabemos es nuestro (in)consciente pidiéndonos verla a gritos), lo cierto es que es imposible mantenerse ajeno a la historia y no identificarse con algunas de las tantas situaciones y emociones por las cuales ahonda la película. Resumiendo en pocas palabras: emoción y risas en cantidades industriales.
“MAD MAX: FURY ROAD”: RÁPIDOS Y FURIOSA “No necesitamos otro héroe” pregonaba hace exactamente 30 años Tina Turner quien con esa canción cerraba la 3era entrega de la saga de “Mad Max”…. la misma que protagonizó junto a Mel Gibson y que dio cierre a la trilogía post-apocalítica escrita y dirigida por el australiano George Miller. Hoy llega a nuestras salas “Mad Max: furia en el camino”, un reboot sobre la historia de este ex-policía poco afortunado que promete (y cumple!) dos horas de acción y adrelina puras. Tal como les comentamos anteriormente, esta nueva película de Mad Max, no se trata de una remake ni de una precuela o secuela sino que es un reboot. George Miller tomó los elementos clásicos de su historia y los aggiornó a este siglo que corre para que las nuevas generaciones se empapen de Max y las viejas disfruten con aún más potencia de sus conocidas desventuras. Nuevamente el mundo está sumido en un caos que parece no tener fin: guerras nucleares, peleas por la escacez de agua y muerte, mucha muerte. Las peores miserias de la humanidad parecen haberse apoderado de los habitantes de la Citadela en donde el villanísimo Inmortan Joe entrena a su ejército de jóvenes (llamados “war boys”) y mantiene el control absoluto del agua. Justamente es acá en donde nuestro protagonista Max (Tom Hardy) termina (o mejor dicho comienza) aunque no durante mucho tiempo ya que sin querer, se ve envuelto en una de las expediciones de búsqueda más descomunales que hayamos visto en los últimos tiempos. Los destinos de Max y de Furiosa (Charlize Theron) se ven indefectiblemente cruzados y deberán aprender a confiar mutuamente si es que desean sobrevivir a la locura que los espera. Lo interesante de la trama es que se hace mucho énfasis en el rol de la mujer, contrario a lo que sucede en la mayoría de los casos en las películas Hollywoodenses (y por sobre todo en el género de acción), en su poder de decisión y de acción en un mundo en donde son vistas como meros objetos (sexuales y reproductivos) – cualquier coincidencia con la realidad es pura casualidad. Si bien el guión del film es bastante escueto, los diálogos que se ven en pantalla son los mínimos e indispensables que en conjunto con las actuaciones, ayudan a entender la historia rápidamente. El ritmo de la película es perfecto, permitiendo al espectador respirar lo necesario antes de volver a sumirse en la acción desmesurada que se despliega durante las casi dos horas del film. Las actuaciones están a la medida de este clásico en donde Charlize Theron brilla como la gran Imperatora Furiosa, Tom Hardy hace un muy buen trabajo llenando el lugar que Mel Gibson supo ocupar y Nicholas Hoult sorprende con su locura desmedida. “Mad Max: furia en el camino” prometió mucho en todos sus adelantos y cumplió con toda esa acción y demencia quizás aportándole mucho más de lo esperado a la ya clásica historia. Tal como nos cantaba Tina Turner al principio de esta review “no necesitamos otro héroe” y George Miller lo entendió todo: necesitamos muchas Furiosas.
Cenicienta: mucho ruido y pocos cambios “Cenicienta”, el clásico film animado de Walt Disney, vuelve a los cines en versión carne y hueso con una puesta en escena que hará emocionar a grandes y chicos por igual. El encargado de su traslado al mundo humano es Kenneth Branagh, a quien podría adjudicársele un Oscar solo por su labor adaptando historias clásicas al cine. La trama arranca cuando Ella es tan solo una niña y somos testigos de la excelente relación que tiene con sus padres (Hayley Atwell y Ben Chaplin) y de la bondad y encanto que la rodean. Inevitablemente el destino comienza a jugarle una mala pasada cuando su madre cae gravemente enferma y posteriormente muere. Tanto Ella (Lily James) como su padre quedan destrozados por la pérdida pero, años después, Ella volverá a formar una familia junto con la nueva esposa de su progenitor (la brillante Cate Blanchett) y sus dos hermanastras. La incipiente muerte de su adorado padre deja a Ella en manos de su madrastra y hermanastras, quienes harán lo posible para hacer de su vida un tormento. Así, sin desviarse ni un minuto de lo que ya conocemos, la historia continúa su clásico rumbo aunque es interesante ver como la trama intenta desarrollar un poco más la historia de amor entre Ella y el joven príncipe Kit (encarnado por un encantador Richard Madden). Lo interesante de esta versión no reside en la historia en sí, ya que Brannagh es un gran conservador de los relatos tal como sus creadores los concibieron (en este caso se toma como punto de partida el film animado, no el cuento original), sino en la descomunal producción y en el minucioso detalle presente desde que empieza hasta que termina el film. En casi todos los momentos de su historia podemos ver a Ella vistiendo alguna prenda en la gama de los azules o celestes, color que luego será utilizado en su ya mítico vestido para el baile. La madrastra malvada Lady Tremaine, quién hace su majestuosa aparición acarreando a su gato Lucifer de una correa (lo que podría interpretarse como una clara metáfora de cómo luego intentará manejar la vida de Ella), también destila maldad y elegancia con cada paso. Por su parte, las insufribles hermanastras, tal como en la versión animada, lucen ridículos vestidos que hacen juego entre sí e incluso, los únicos amigos de Ella, los simpáticos ratoncitos, tienen su desarrollo en un CGI delicado que ayuda a mezclar la fantasía con el mundo real de manera sútil y brindando el apoyo necesario a nuestra protagonista durante la historia. Las locaciones, el diseño de producción y vestuario son realmente majestuosos y son parte fundamental del éxito de esta adaptación. El elenco lleva a la perfección cada uno de los roles asignados y aportan un toque de frescura a la ya conocidísima historia. Tal como lo aclaramos al principio, este film de Branagh es la adaptación calcada del film animado de Disney, no hay grandes vueltas de tuerca ni diálogos fuera de lugar. La consigna es simple: el traslado de un cuento de hadas brillante (literal y metafóricamente hablando) que embelesará tanto al público que recién se topa con esta historia como a aquellos que crecimos con él.