Pérdida y nuevo comienzo
“El Repostero de Berlín” (The Cakemaker, 2017) es una película dramática que constituye la ópera prima de Ofir Raul Graizer, el cual la dirigió y escribió. Co-producida entre Alemania e Israel, el reparto está compuesto por Tim Kalklof, Sarah Adler, Tamir Ben Yehuda, Tohar Shtrauss, Roy Miller, Sandra Sade, entre otros. Obtuvo nueve nominaciones en el Festival de Cine Israelí de 2018, a la vez que ganó el Premio Especial del Jurado en el Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary (República Checa).
La historia se centra en Thomas (Tim Kalklof), un pastelero alemán que trabaja en el Kredenz Café de Berlín. Él comienza a tener una relación amorosa con Oren (Roy Miller), un hombre israelí que se encuentra allí por trabajo y queda encantado con su torta de Selva Negra. Desafortunadamente Oren muere en un accidente de auto, por lo que Thomas decide viajar a Jerusalén y conocer en detalle cómo es la vida de Anat (Sarah Adler) e Itai (Tamir Ben Yehuda), viuda e hijo de Oren. La mujer tiene una cafetería, por lo que Thomas le consulta si necesita ayuda en lo que sea. De limpiar vasos y hacer mandados, el repostero pasará a hacer lo que más sabe: galletas y pasteles. Debido a estas delicias, el negocio irá teniendo mucha más clientela, sin embargo la mentira tiene patas cortas y pronto Anat descubrirá el secreto que guarda Thomas.
A través de una perspectiva intimista, Graizer nos introduce en un relato que trata sobre amor, la diferencia entre religiones, la identidad y el duelo. Tim Kalklof, que interpreta al protagonista, no necesita muchas palabras para transmitir su desconcierto ante la pérdida de su amante. Callado y solitario, sus silencios son parte de su personalidad y en sus expresiones faciales podemos ver que encuentra su lugar en el mundo trabajando para la viuda de Oren. El film se desarrolla con un ritmo que muchos podrán considerar lento, ya que no es que pasen muchas cosas en la historia, sin embargo el director logra crear una atmósfera particular llena de sensualidad a través de los dulces alimentos y sus respectivos sabores.
El problema con esta cinta está en su tramo final. De acuerdo a cómo se dan las cosas, Anat podría haber descubierto que Thomas fue amante de su marido prácticamente desde que el joven se presenta en su empleo. Se incluye una escena sexual demasiado extensa, hay momentos que deberían haberse mostrado en pantalla por la importancia que merecían y el desenlace no nos deja para nada satisfechos. Esto último sucede porque los sentimientos del protagonista pasan a ser difíciles de esclarecer, como también lo que le sucede internamente a la viuda.
A pesar de ello, “El Repostero de Berlín” es una buena película, sencilla e ideal para un público adulto. La distinción que algunos le hacen notar a Thomas por no ser judío es uno de los aspectos mejores logrados, ya sea porque el pastelero no usa kipá o no conoce las reglas de la comida y/o cocina kosher. Eso sí, después de salir de verla tendrás mucho antojo de una torta Selva Negra o una rosca de chocolate.