Búsqueda interior
Diez años y seis viajes al sur le llevaron a Sebastián Deus (Por el camino de Modesto, TV Utopía, Werken) poder configurar, pensar, reflexionar y reconstruir, el recorrido que hizo Luis, el protagonista del film, para que El retorno de Don Luis (2012) pueda plasmarse en imágenes y aportar así su visión sobre la identidad y su definición.
Tomando como punto de partida el regreso de Luis a su pueblo de la infancia (Ñorquinco), para poder así recuperar su historia, Deus va narrando progresivamente el relato de esa vuelta llena de incertidumbre y cuestionamientos, para con él mismo y los demás.
El primer obstáculo que le surge a Luis en su regreso (y por ende a Deus también), es que justamente de aquel pueblo del que se alejó en su adolescencia nada queda, sólo algunas ruinas que deben ser completadas con las pocas imágenes mentales y recuerdos que aún el hombre puede conservar en su memoria. Pero al estar plagado de preguntas, esos recuerdos no bastan por sí solos para poder reconfigurar su historia, al contrario, es en el encuentro con cada uno de los habitantes del lugar en donde debe prestar atención y sumar a su bagaje para continuar con su búsqueda. Luis es consciente que sólo el retorno a su lugar le posibilita poder estar nuevamente en paz consigo mismo y evitar seguir negando su origen mapuche, aquel que dejó de lado cuando se fue a Bahía Blanca porque era algo que lo avergonzaba de niño y que ahora le urge recuperar para poder “irse” tranquilo.
Deus lo muestra a Luis en la primera escena a la vera de un río escribiéndoles una carta a sus nietos, contándoles de su búsqueda, su regreso, y su origen, mientras que el off desglosa aquellas palabras que en el papel van dejando como un legado para aquellos que lo suceden. En esa orilla se encuentra el árbol emblemático con el que jugaba de pequeño, por lo que escribir allí la carta tiene un doble sentido, de pertenencia y de herencia, de legado y de identidad.
Caminando y recorriendo Ñorquinco, un lugar al que la naturaleza castiga, endureciendo pieles y sentimientos, es como Luis va rearmando su pasado, a partir de diálogos casuales, la lectura de algún viejo documento en charlas en la calle con algunos conocidos (a los que debe advertir quien es luego de tanto tiempo) y en la contundente sabiduría de avanzar a pesar de las negativas con las que se encuentra. Deus ensambla los viajes, muestra cómo el paso del tiempo ha afectado al espacio y jugando con el soporte dota de característica similar a la diapositiva al encuadre del relato. Texturiza la imagen, la dota de aridez con cada mota de suciedad que delante del “lente”, o agregada digitalmente, le brinda una espesura al documental particular. La cámara fija, expectante, de aquello que nunca sucede, también es otro de los hallazgos de la película.
Si Luis encuentra vestigios de su identidad, Deus luego muestra en alguno de los otros viajes cómo éstos se van apoderando de él, algo que necesitaba para poder ser feliz y disfrutar junto a los suyos, destacándose hacia el final en un desenlace entrañable en donde el retorno queda en el pasado para poder afirmar la identidad de un hombre que no pudo seguir negando aquello que realmente era y que su sangre le pedía a gritos que recupere.