Juventud eterna pero con arrugas
Basada en la novela de Oscar Wilde, la película llega con la actuación de Ben Barnes (el Príncipe Caspian en Las Crónicas de Narnia) y un nutrido elenco de intérpretes como Colin Firth, Rebecca Hall y una ex-chica Bond, Maryam D'Abo.
El Retrato de Dorian Gray sigue los pasos de un seductor aristócrata que regresa a Londres, se relaciona con Lord Henry Wottom (Firth) y conoce los secretos que esconce un retrato suyo pintado por Basil Hallward (Ben Chaplin).
El paso del tiempo comienza a percibirse en todos, menos en Dorian: se mantiene joven y, en cambio, es su pintura la que envejece y refleja su degradación física y moral.
El relato hace alarde de su correcta reconstrucción de época, de su tono lúgubre (que recuerda a La leyenda del jinete sin cabeza) y de sus correctos actores, pero no logra transmitir el misterio y el espíritu gótico de una historia que se resiente en varios tramos.
La búsqueda incansable del placer en todas sus formas y el crimen cobran forma en este film que juega también con lo fantástico y esconde un pacto diabólico que sólo se vislumbra sobre el desenlace. Quizás resulta un poco antiguo y se toma su tiempo (casi dos horas) para crear la atmósfera que se necesitaba, entre reflejos diabólicos y bailes de máscaras.