El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde, es considerada una de las máximas novelas góticas del siglo 19 que en la actualidad se suele destacar como uno de los grandes clásicos de la literatura occidental.
Sin embargo, cuando fue publicada por primera vez en 1890 causó un enorme escándalo en la sociedad europea por ser considerada una obra pervertida y nausebunda, ya que los críticos de entonces se sintieron ofendidos por el tono homoerótico que tenía el libro.
Con el tiempo adquirió notoriedad otra vez y Wilde fue reconocido por su maestría para criticar con ironía a la sociedad burguesa londinense.
Esta novela, que fue la única que escribió Oscar en su carrera, ya que se hizo famoso por sus obras de teatro, fue adaptada varias veces en la pantalla grande.
La versión que llega esta semana a los cines es una de las más pobres y en este caso la decepción que brinda este film se vive por partida doble.
En primer lugar porque convirtieron una historia compleja y fascinante en una película trivial y olvidable, algo que requiere un esfuerzo descomunal de incompetencia.
Pero lo peor de todo es que la dirección corrió por cuenta de Olivier Parker, quien ya había abordado con éxito otros trabajos de Wilde en el cine.
En 1999 dirigió una excelente adaptación de Un marido ideal (en mi opinión la mejor y más divertida obra deWilde) con Julianne Moore, Cate Blanchett y Ruper Everett como ese maravilloso dandy que es Lord Goring.
En el 2002 adaptó La importancia de llamarse Ernesto, otra gran comedia de enredos, con Judi Dench, que también estuvo muy buena.
Si bien las películas presentaban algunos cambios argumentales, como suele ocurrir en todas las adaptaciones cinematográficas, Parker se habían mantenido fiel al espíritu de las obras de Wilde.
Con Dorian Gray sucedió exactamente lo opuesto a tal punto que el afiche debería decir “inspirada en la novela de Oscar Wilde” ya que la historia fue muy distorsionada y poco tiene que ver con el libro.2
Al ver esta película queda la sensación que los realizadores ni siquiera se molestaron en averiguar de qué iba trataba la trama original.
Agregaron personajes sin sentido que no aportan nada y los importantes terminaron inevitablemente distorsionados por todos los cambios que le hicieron al relato.
El director Parker en este caso estuvo más interesado en llenar el film con escenas grotescas de sexo, para retratar el libertinaje de la era victoriana, que centrarse en la relación entre los dos personajes principales, Dorian Gray y Lord Henry, interpretado en este caso por Colin Firth, quien hace lo que puede con el guión pedorro que tuvo para trabajar.
Intentaron narrar esta historia clásica como si fuera una película de Freddy Krueger y ahí la jodieron por completo con un enfoque equivocado.
Lo que era una historia interesante e inteligente se convirtió en un relato burdo y superficial. El final que debió haber sido impactante terminó convertido sin necesidad en una mala copia de los filmes de terror de Sam Raimi.
La edición, por otra parte, es lamentable y Parker utiliza los recursos de flashbacks de manera torpe, que no hace otra cosa que confundir al espectador con interrupciones sin sentido.
Tampoco ayudó demasiado el trabajo pobre de Ben Barnes (El príncipe Caspian de Narnia) a quien el personaje principal le quedó demasiado grande para interpretar.
Dorian Gray es un tropiezo en la carrera de Olivier Parker, que es buen director que hizo muy buenos filmes basados en obra de Wilde y además nos brindó ese gran clásico de terror que fue Hellraiser.
Sin embargo acá la pifió feo.