Desatando la máquina de escribir por sobre el mar literario de la libre expresión.
Destemporalidad es lo que atraviesa mi discurso por sobre El Retrato Postergado, filme documental de escasa duración pero de profundo contenido a cargo de Andrés Cuervo.
La realización de este retrato, pasó por instancias de extremo dolor, desde la composición de un biopic de la transición estética literaria de Haroldo Conti, el verdadero destinatario del filme (que va desde su narración costumbrista a la literatura con afianzamiento político acérrimo), hasta un enfoque y cambio de punto de vista, ya sea compartido por momentos con el realizador de la tesis original Roberto Cuervo.
El cambio y metamorfosis de El Retrato Postergado pasa por la desaparición del escritor argentino y la postergación del marco fílmico que ilustraba el compromiso, por la muerte de Roberto en un accidente que dejó solos a su mujer y a su hijo quien en la actualidad recupera el material rodado y reconstruir la imagen desde ópticas pasado-presente, donde el real biopic, se manifiesta por una dualidad que compone la real causa del nuevo Cuervo.
El aggiornamiento resulta interesante desde la construcción simbólica que realiza el contemporáneo y el marco desde donde exhibe ambas vidas, desde imágenes que van desde el puro cine al cuadro intimista que resulta introspectivo desde la mirada directiva e incomprensible desde la complejidad sentimental con el signo y su arraigamiento.
Pero estos detalles no hacen que se pierda el verdadero sentido de la película, compuesta de genuinos deseos artísticos de elevar a los dos “próceres” por así decirlo.
Pero un discurso que resulta menos en la producción es el de no constituir un basamento teórico y narrativo de la obra de Haroldo Conti, lo que conlleva a la pérdida de mucho significado en lo que a identidad refiere con todo lo que esta conlleva por más ambigua y dialéctica que resulte.
Paliación a la falla resulta la belleza cinematográfica con la que se desenvuelve El Retrato Postergado, llevándonos a estar frente a verdaderos cuadros pictórico-plásticos y olvidar que realmente es una secuencia de 24 imágenes por segundo. Alegoría y signo como base, la película de Cuervo refleja, tanto desde su material de archivo como desde su excelente utilización del stop-motion y animación, el compromiso con los valores y expresiones de la historia, componiendo no solo dos retratos, sino la expresión de la censura y libertad, por solo nombrar dos, desde la poética más sutil y la metáfora como reivindicación del sentimiento.
El Retrato Postergado si bien no completa el cimiento necesario para el disfrute pleno de la obra, se construye tanto para aquel que conoce la literatura de Conti sumado al trabajo de Roberto Cuervo, como para quién desee el acercamiento a ese mundo poco explorado por las últimas generaciones, pero más que nada, y desde un punto de vista cinéfilo, la película alienta como disparador a sumergirse en los valores nacionales, tanto fílmicos como literarios, que hoy por hoy resultan una entidad biplana indisociable que propone un acercamiento obligado a Sudeste (Argentina, 2002) de Sergio Bellotti, basado en la novela homónima de Haroldo Conti para comprender un poco más, por mínimo que sea un mundo que desea mejoría, libertad y los valores que enalzan sus postulados.