Una versión moderna que mantiene el espíritu mágico de la historia original
Cuando el padre de Arturo es asesinado, y el trono de Inglaterra es tomado por el malvado Vortigern, el legítimo heredero de la corona debe crecer y sobrevivir escondido en las peligrosas calles de Londres. Pero ya adulto, Arturo descubrirá su destino cuando logre sacar "la espada de la piedra".
Guy Ritchie es el responsable de esta nueva versión de uno de los mitos británicos más importantes de todos los tiempos. Como hizo con su visión de Sherlock Holmes, el realizador montó la película al ritmo de una banda de sonido estridente y frenética, dotando al metraje de una edición digna de un video clip. La fotografía y los encuadres modernos no desentonan con la estética medieval, aquí condimentada con personajes y criaturas de fantasía.
Por supuesto, conviven en el filme las clásicas escenas de "capa y espada" con los enfrentamientos de hechicería que incluyen personajes mitológicos, elefantes gigantescos y magos temibles.
Charlie Hunnam es el Arturo ideal de Ritchie. Su postura no es solemne como la de versiones anteriores, es más bien un rebelde pendenciero que debe hacer frente a desafíos que no ha buscado.
Jude Law, el villano de turno, disfruta de una sobreactuación muy acorde a su personaje, y junto al resto del variopinto elenco, funcionan a la perfección en el desarrollo de la historia.
Con buenos efectos y una dirección de arte prodigiosa, la película avanza a paso firme hasta un climax que es pura acción.
Disfrutable de principio a fin, es una tremenda opción pochoclera, que augura el inicio de una nueva saga. Los Caballeros de la Mesa Redonda han llegado a la pantalla para quedarse.